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Juan Aponte Hernández: Una vida en la Iupi

Por Abimarie Rivera Martínez
Estudiante Reportera
Oficina de Comunicaciones
Recinto de Río Piedras – UPR

Fotos por Lierni Cincunegui Saizar – Fotoperiodista

“Me mantengo en la Universidad
porque estar rodeado de estudiantes
me hace sentir joven”. JAH

Entre certificaciones, grados y diplomas, Juan Aponte Hernández se ha desempeñado como Registrador del Recinto de Río Piedras de la UPR (RRP-UPR) por los pasados 32 años.

Su llegada al recinto riopedrense se remonta al 1970, cuando tras el deceso de su padre, Juan Aponte Valentín, se vio en la necesidad de comenzar a trabajar como Oficial Administrativo en la Facultad de Estudios Generales, para ayudar a su madre a sufragar los altos costos que conllevaba sostener a una familia compuesta por siete hermanos.

Desde entonces, ha trabajado ininterrumpidamente en el primer centro docente del país por casi cinco décadas. Aponte Hernández fue el primer funcionario no docente en convertirse en Registrador del Recinto de Río Piedras-UPR, lo que ocurrió durante la rectoría del Dr. Juan Fernández.

Un rol que va más allá de una oficina
El Registrador es una de las figuras más importantes dentro de la institución, pues es el funcionario encargado de evaluar el estatus de los estudiantes y emitir las certificaciones de grado que validan el diploma de los graduandos. Desde su instalación como Registrador en el 1987, firma cada una de las certificaciones “a puño y letra”.

Mientras, analizando su paso por la Universidad, señala con seguridad que ha sido su amor por el prójimo, la educación y el estudiantado, lo que le ha permitido permanecer en la academia por tantos años.

“En el pasado y en el presente he procurado que los estudiantes entiendan lo importante que es educarse. La experiencia educativa cambia [al ser humano] de una manera sustancial. Eso es una meta que uno nunca debe pensar que no va a alcanzar”, afirmó. Su anhelo es que cada uno de los estudiantes se mantenga enfocado y no deje a un lado sus sueños, particularmente el de conquistar un grado.

Al pensar en las múltiples situaciones que enfrentan los universitarios durante su carrera y de que todos merecen una “segunda oportunidad”, una vez asumió la posición de Registrador, implantó como regla que no se suspendiera a ningún estudiante hasta tanto él, personalmente, evaluara el expediente académico.

Para sus posturas, experiencia tiene. “En mi primer año en la universidad yo perdí a mi papá. Por lo tanto, sé lo difícil que puede ser llevar una carga académica completa, trabajar, manejar crisis y resolverle a todos. Por eso, me gusta evaluar cada situación por separado, porque a veces hay formas en las cuales se puede ayudar a un estudiante a salir adelante y terminar su bachillerato sin la necesidad de suspenderlo”, explicó.

Pese a que no todo ha sido “color de rosa” en su caminar profesional, asegura que han sido muchos los logros y aciertos que ha tenido durante su paso por la UPR. Entre estos, cabe señalar, que, entre los años 1998 y 2002, se convirtió en el primer registrador en ser miembro de la Comisión Asesora del College Board en Puerto Rico y América Latina, donde tuvo la oportunidad de compartir labores con el exsecretario del Departamento de Educación de Puerto Rico, el doctor César A. Rey.

Además, en el 2007 fue consultor de cinco comités de acreditación universitaria del Consejo de Educación Superior de Puerto Rico. Asimismo, formó parte de la junta que estableció el sistema de información computarizada de la Universidad de Puerto Rico en el 1994 y colaboró en varias comisiones universitarias en dos periodos distintos.

Una oficina repleta de recuerdos
Entre los años 1975 al 2009 la Oficina del Registrador estuvo ubicada entre el primer y segundo piso de lo que hoy día es el Programa de Honor. Aponte menciona la osadía que era para él y sus empleados subir 22 escalones diarios para llegar a su lugar de trabajo.

Pero si algo bueno veía Aponte de su antigua oficina era disfrutar de la arboleda, sentir la fresca brisa y exponer su piel al ardiente sol desde el balcón de su despacho. “En las mañanas me encantaba abrir las puertas de mi oficina, poner una silla en el balcón y trabajar desde ahí. Eso me mantenía en contacto con la naturaleza y era una de las tantas cosas que apreciaba de trabajar en el Edificio Hostos”, mencionó.

De Registrador a Historiador
Su fascinación por la historia y los acontecimientos que marcaron el trayecto y constitución del Recinto de Río Piedras-UPR como lo conocemos hoy día, lo llevaron a recopilar fotos e información de envergadura para la publicación del libro Una Mirada a las Primeras Décadas de la Universidad, el cual reúne los acontecimientos más importantes de los 100 años de fundación del principal centro docente del país.

“El libro viene como resultado de ser un fanático de la historia. La mejor manera de saber, valorar y apreciar algo… es conociendo”, argumentó Aponte. Aunque el texto se publicó como parte de las actividades de conmemoración del centenario del recinto, el mismo no ha perdido vigencia y se puede adquirir electrónicamente en el portal institucional, en el siguiente enlace: https://www.uprrp.edu/wp-content/uploads/2018/02/Una-mirada-30-low.pdf.

“Mi misión es que la gente tenga la oportunidad de conocer la importancia que esta universidad tiene para el país. No hay manera [de conocerla] que no sea investigándola y publicándola”, añadió.

La amada Iupi
“Muchas personas dicen que ‘la Universidad de Puerto Rico es el proyecto de país’ y en eso estoy de acuerdo. Pero de ese proyecto yo también soy parte y la Iupi es mi hogar”.

Al momento, el Sr. Registrador tiene ya 49.6 años laborando en el recinto y cumplirá los 50 años el 1 de junio de 2020, no obstante, siente que aún le falta mucho por hacer por la institución que le abrió paso a su vida profesional.

Aunque la armonía y la felicidad le rodean en este momento, para él no hay mayor proyecto de vida que su amada Iupi.

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