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Suenan los drones del calipso viequense en la UPR de Río Piedras

Por: Rebeca J. Agosto Rosa

Calipso, migración e identidad son los puntos clave para entender los lazos culturales e históricos entre Vieques y las Antillas Menores, una historia desconocida para la mayoría de los puertorriqueños y que la doctora Nadjah Ríos Villarini relató con la presentación “Ritmos que unen islas: calipsos y drones en Vieques y las Islas Vírgenes Americanas”, que marcó el fin del ciclo de conferencias del Instituto de Estudios del Caribe de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

El calipso, un ritmo rápido y de carácter híbrido (que mezcla bien con otros géneros), no suele ser asociado con Puerto Rico pero es parte de la identidad viequense, lo cual reta las nociones de cultura popular e identidad puertorriqueñas. Según Ríos Villarini, profesora del Departamento de Inglés de la Facultad de Estudios Generales, el estudio de este ritmo es importante porque “nos permite conceptualizar a Puerto Rico en general y a Vieques y Culebra en particular como islas puente que en vez de separar las Antillas las unen en un paisaje caribeño amplio”.

“El arraigo a los ritmos calipseros y al dron en la comunidad de Vieques refleja una larga historia de idas y venidas entre Vieques y las Islas Vírgenes”, compartió la doctora. “La historia del calipso en Vieques nos remite a una diáspora importante que amerita más atención, no sólo porque apunta a nuevas direcciones cartográficas, sino que además ofrece la posibilidad de entender a Puerto Rico como parte de un archipiélago sin fronteras que nos conecta con una cuenca caribeña amplia”, expuso.

El interés de la profesora por estudiar las bandas de acero, y en particular el calipso y el dron en Vieques, despertó en una fiesta en Río Grande donde escuchó por primera vez el ritmo calipsero. “No sabía exactamente por qué aquella música estaba allí y, sobre todo, por qué los viequenses ‘saludaban’ a los riograndeños con ese ritmo”, relató.

Esa curiosidad la llevó en el verano del 2013 al carnaval en la Isla Nena, donde grabó el cortometraje “Vieques, manos arriba”, que cuenta la historia del calipso y el dron en la isla municipio. La doctora utilizó el lente de la cámara para explorar el aspecto estético y “performático” del carnaval, y los métodos etnográficos para recoger datos históricos y musicales. Esta combinación de técnicas de estudio le sirvió para contestar cómo llegó el calipso desde Trinidad hasta Vieques, qué modificación, si alguna, habían hecho los músicos locales a este ritmo, qué memorias rescata esta tradición musical, y qué significado tiene este ritmo para los miembros de la comunidad viequense.

“Vieques, manos arriba”

Vieques004El documental comienza con el ritmo enérgico de los tambores de acero de una banda que marcha por las calles de la Isla Nena, marcando el paso de bailarines con atuendos coloridos y máscaras de carnaval, y otros con ropa jíbara y la pava. De este modo, narra en menos de 15 minutos la historia de las particularidades culturales de la Isla Nena y sus lazos musicales y migratorios con el Caribe anglófono.

En el filme, músicos y gestores culturales relatan sus primeros encuentros con las bandas de acero de Santo Tomás y Santa Cruz, la formación de las primeras bandas en la isla, y sus experiencias llevando el calipso a fiestas en la Isla Grande. A través de estas conversaciones, Ríos Villarini pudo rescatar parte de la memoria oral de la isla y construir una imagen más clara de sus puentes con el Caribe, que comenzaron con la migración de viequenses a Santa Cruz debido a la expropiación del terreno por parte de la marina estadounidense, la crisis de la industria azucarera en la década de los 20 y la depresión económica de los años 30.

Según la Dra. Zaira Rivera Casellas, quien comentó el documental al final de la presentación, “la resistencia anticolonial contra esas fuerzas opresivas transforma el desplazamiento geográfico de los viequenses hacia Santa Cruz en la oportunidad de propiciar intercambios musicales que dan paso a la formulación del calipso como un género cultural compartido entre las dos islas”.

La profesora del Departamento de Estudios Hispánicos también resaltó que el filme documenta “cómo la capacidad creadora confirma que no importa dónde nos encontremos, no importa cuán fuerte sea la experiencia del desarraigo territorial, siempre descubrimos en el caos de nuestras existencias una motivación para imaginar un nuevo sentido de nuestra identidad”.

El otro comentarista del evento, el Dr. Shannon Dudley, de la Escuela de Música de la Universidad de Washington, se comunicó vía Skype para resaltar que en el Caribe siempre ha habido resistencia a la violencia y “que la música rompe fronteras, rompe las barreras que pone el colonialismo”. Además, opinó que Ríos Villarini está haciendo algo muy importante y que “hay mucho por descubrir y mucho por hacer”.

Suenan los drones

Dos de los músicos que participaron del documental viajaron desde Vieques a Río Piedras para poner a sonar los drones al final de la conferencia. Se trataba de don Will Colón y don Tommy Villabeitía, quienes se unieron cuando eran niños a las primeras bandas de acero que se formaron en Vieques a finales de la década de los 50.

Don Will, quien imparte clases sobre como tocar los drones a niños y adultos (a quienes les sirve de terapia), demostró los diferentes ritmos que se pueden hacer con este instrumento, desde lo nostálgico de “En mi Viejo San Juan” hasta un aguinaldo de la montaña. El dinamismo sonoro de los drones es lo que permite que el calipso se combine a menudo con otros ritmos tropicales, como la bomba y plena, la salsa, el merengue, la bachata y el reggueatón. La mezcla ocurre, incluso, inconscientemente cuando los exponentes de estos géneros aceleran sus ritmos y hacen canciones más rápidas de lo normal.

El profesor Rawle Gibbons, de la Universidad de West Indies en Trinidad, que se encontraba en la audiencia, añadió que a pesar de no conocer el español, los ritmos que se escucharon en la actividad le dieron una idea de lo que se hablaba. “Lo que es importante es la forma en que la cultura trasciende el lenguaje, tenemos algo aquí que es verdaderamente transcaribeño, quizás global”, dijo.

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