
“Hablar en cebolla, no en arroz y habichuelas”, una conversación con Eduardo Lalo
Por Joaquín Octavio
El próximo martes 3 de noviembre de 2015 a las 10:00 AM se llevará a cabo “La palabra en el cuerpo”, entrevista-conversatorio con el escritor Eduardo Lalo. La entrevista será conducida por el periodista y profesor universitario, Mario E. Roche, en el Anfiteatro Julia de Burgos de la Facultad de Humanidades del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. La actividad contará con la asistencia de varios grupos de alumnos de español avanzado de escuelas públicas y colegios, y estará abierta a público general.
Como parte de los preparativos para “La palabra en el cuerpo”, el autor de Los pies de San Juan, Simone y Necrópolis, visitó la Facultad de Humanidades para figurar en un vídeo promocional con el profesor Mario Roche. En el ínterin, Lalo nos concedió un momento para dialogar informalmente sobre lo que podemos esperar de esta actividad. Nos sentamos en una de las mesas del parque pasivo junto al Departamento de Drama, donde comenzamos hablando de la Universidad, del campus y de sus orígenes. De reflexiones esbozadas por mentes entrañables como la profesora Mara Negrón, quien dio voces de alerta cuando pusieron en “pausa” el Departamento de Estudios Hispánicos, por razones comerciales. Según expresa Lalo, la Universidad siempre enfrenta el peligro de entrar en una sinuosa “pausa”, amenazada por la burocratización, faltas de fondos, o de esfuerzos creativos.
Eduardo Lalo: ¿Sin la Universidad, qué sería Puerto Rico? No existiría Puerto Rico. Los países se crean desde lugares como este. He ahí la razón de que muchas veces se ataque a la Universidad. Si esto se vuelve lo mismo que cualquier Universidad privada, Puerto Rico se vuelve lo mismo que una finca privada.
Joaquín Octavio: Quizá los universitarios adquirimos conciencia de ello estando aquí, pero pensando en los estudiantes de escuela que formarán parte de la audiencia el martes… es muy probable que casi ninguno se haya planteado el valor y la urgencia de contar con una Universidad pública. ¿Tienes previsto algo que quisieras transmitirle a unos estudiantes tan jóvenes en ese contexto?
Eduardo Lalo: No lo he pensado mucho, porque yo siempre hago lo mismo, independientemente del público. Pensando en esos estudiantes, aparentemente muchos vienen de la isla. A lo mejor es de las primeras veces que están en San Juan, o una de las primeras, o la primera vez que están en el Recinto de Río Piedras. Con esta experiencia, a lo mejor no tendrán conciencia de qué es una Universidad nacional, pero si tienen ojo y oído se darán cuenta de que esto no es lo mismo a lo que están acostumbrados. Para muchos, será el primer gancho para darse cuenta que este es un mundo diferente. Este es un mundo en el que comienza la adultez. Uno viene aquí y hay un espacio de libertad. Las paredes están llenas de consignas, hay todo tipo de gente. La gente no viene del mismo pueblo, barrio o urbanización, vienen de toda la isla y de más allá.
JO: Eso exige cambiar los referentes regionales, que no se pierden, por otras maneras de hablar para hacerse entender. Hay que esforzarse un poco más para comunicarse con personas que no necesariamente te entienden con dos palabras. Uno comienza a construir las relaciones con un poco más de complejidad. Comienzan los lazos con personas que no pertenecían a tu mundo, que no pertenecían a tu círculo habitual, y no quieres mantenerlos fuera. Es un reto grande.
EL: Para mucha gente la universidad de Puerto Rico los hace descubrir su país. De pronto tu compañero viene de un pueblo que a lo mejor tú no has visitado. O tiene tal ideología, ya sea en términos de política, sexualidad… Toda la variedad de los fenómenos humanos están acá y se exploran. También ese periodo universitario es uno de los pocos espacios de libertad que tenemos, porque es un periodo de exploración y pocas veces en nuestras vidas tenemos esa oportunidad: todas las posibilidades abiertas. Es algo muy excitante. Ojalá esa conversación con Mario Roche sirva para hacerles ver que el mundo es mucho más grande de lo que pensamos.
JO: ¿Sabes de lo que van a hablar, tienen alguna consigna, o tema?
EL: Me puedo imaginar, pero cuando me entrevistan yo prefiero que no me digan de qué vamos a hablar, porque la sorpresa me hace improvisar. Improvisar, casi en un sentido musical. Sí ya sé las preguntas, aunque uno lo quiera evitar uno ensaya en la cabeza, “quiero hablar de esto, quiero hablar de lo otro”. Eso es malo porque luego, aunque ese ensayo sea bueno, lo tratas de reproducir y nunca queda igual. En mi experiencia, es mejor no saber. Claro, uno debe tener un buen interlocutor y un público receptivo.
JO: Quisiera saber tu opinión sobre la formación escolar. No sé si consideras que recibiste una buena formación en la escuela superior, pero yo entiendo que recibí una mediocre. No fue terrible, hubo excepciones, pero prevalecía la mediocridad. ¿Cómo uno aborda eso al reflexionar sobre el país?
EL: Creo que el problema fundamental es que no hay un proyecto de país. La educación no tiene un proyecto para un país. La escuela privada es una guardería sofisticada que no muchas veces funciona. (…) Vende una noción de seguridad y también, quizá hoy más que nunca, una educación bilingüe. En Puerto Rico no existe una educación bilingüe. Aquí a lo que se le llaman educación bilingüe es una educación que menosprecia abiertamente el uso del español. Es dar lo menos posible de educación en español. De hecho, ahí hay un proyecto político.
JO: ¿Y la educación pública?
EL: Mis tres hijos han ido a escuela pública. Dos de ellos están en escuela pública, uno de ellos ya se graduó. Hay excelentes escuelas públicas, en términos curriculares, pero qué ocurre, el Departamento de Educación gasta la mayor parte de su presupuesto en burocracia. ¿Por qué? Creo que habría que hablar de la responsabilidad de los gobernantes de Puerto Rico. Ese departamento ha sido el zafacón de funcionarios de los dos partidos principales. Están ahí entronizados, y son gente que no sirve. Igual habría que decir de la Facultad de Educación, de la iupi y de otras universidades. Hay que ver lo que se entiende por educación, que ha sido la burocratización de la educación. Hay gente que enseña educación, y es la menos educada en un sentido cultural. Te hablan de hacer un prontuario, y hojas de “yo no sé qué”, y avalúos, pero no leen. ¿Cómo tú vas a determinar la Educación, si tú mismo no practicas en tu vida cotidiana una actividad cultural? Obviamente, no todo el mundo es así, no quiero decir eso, pero como regla general eso es lo que hay. El asunto aquí es resistir, hasta que se encuentre en esta sociedad la voluntad política de cambiar. Poner el Departamento de Educación en manos de gente que quiera educar a la población.
JO:¿Será que, más que no haber un proyecto de país, hay un proyecto de anti-país?
EL: Sí. Yo escribí un artículo hace poco para Claridad. Se titulaba “Analfabetos” y hacía referencia a unas estadísticas del Departamento de Educación que yo escuché hace unos años, y de las que luego no vi ninguna reacción. Ahí se decía que en Puerto Rico el analfabetismo total, entre los adultos, es de un 12% y que ha estado subiendo. Eso es muchísimo. Pero eso no es lo más inquietante. Lo más inquietante era la próxima cifra, que si no recuerdo mal, era de 32% de analfabetismo funcional.
[Según la lingüista Dra. Brenda Corchado, un analfabeto funcional es un ser que ha recibido en la escuela la enseñanza normal de la lectura y la escritura pero que en su vida ordinaria la usa muy poco, la maneja insuficiente y torpemente y no depende de ella para lo esencial de su información y comunicación. Prácticamente no lee libros, es poco y limitado su acceso a los periódicos, y experimenta dificultades insalvables para poner por escrito un pensamiento o un concepto.]EL: Un por ciento enorme de los votantes son analfabetos, y eso explica todo. Eso explica cuáles son las campañas, qué es lo que se promete, qué es lo que se le tiene que ofrecer a ese individuo. Es terrible. Cuarenta y cuatro por ciento de analfabetismo y tienes que tener en cuenta que el restante cincuenta y seis por ciento no es que estén tan bien preparados(…) Nada más tienes que oír a los supuestos analistas políticos, en términos de su vocabulario, de su expresión, de su lengua entorpecida. Hablan una jerga de la incapacidad, del entorpecimiento, que como es tan mayoritaria en Puerto Rico, se convierte en casi en una neolengua. “Dímelo en arroz y habichuelas” es una expresión nefasta porque hay cosas que no se pueden explicar en arroz y habichuelas. No son binarias. Tienen capas. Tienes que decirlo en cebolla. La cebolla cruda… es fuerte meterle un mordizco.
JO: Te puede sacar las lágrimas…
EL: Y da ardor, pero a veces hay que hablar en cebolla, no en arroz y habichuelas.
Eduardo Lalo se graduó de la Academia San Ignacio de Loyola, en San Juan. Luego realizó estudios en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y concluyó en la Sorbona, París una maestría en literatura. Ha sido profesor de la Universidad de Puerto Rico por más de 20 años, en el Departamento de Humanidades de la Facultad de Estudios Generales. Durante sus años de docencia, ha cultivado una obra de trabajo, intertextual y autoreferencial, que combina la narrativa, el ensayo, la fotografía y la poesía para crear su versión del San Juan que habita y de la “las islas invisibles” que conforman a Puerto Rico. Hace dos años alcanzó gran notoriedad tras obtener el premio “Rómulo Gallegos” por su novela, “Simone”. Desde entonces, ha tomado una sabática de la docencia para dedicarse a participar en una serie de conferencias, congresos y festivales literarios como parte de una embajada cultural respaldada por el Departamento de Estado y la Universidad de Puerto Rico.
[huge_it_gallery id=»104″]Etiqueta:Eduardo Lalo, uprrp