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Sobre “El emigrante” y otros microrrelatos latinoamericanos

Por: Rebeca J. Agosto Rosa

El escritor mexicano Luis Felipe Lomelí, conocido por escribir uno de los relatos más breves en lengua española, visitó el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR-RP) para ofrecer una clase magistral sobre microcuentos de cara a su participación este fin de semana en el Festival de la Palabra.

A invitación de la escritora y profesora Mayra Santos Febres, directora del festival, Lomelí conversó con la comunidad universitaria sobre “los pequeños infinitos”, esos relatos que en pocas palabras capturan a la vez un instante y una eternidad.

El escritor, quien antes de ganar renombre literario se destacó como ingeniero físico y ecólogo, es autor de El emigrante, una historia de cuatro palabras que lee así:

– ¿Olvida usted algo?

– ¡Ojalá!

Relatos como este tienen la particularidad de abrirse a una infinidad de interpretaciones, pues su simpleza permite a cada lector llenar los silencios desde cualquier tiempo o lugar. No importa cuántas veces sean leídos, siempre dicen la actualidad y no pierden vigencia, explicó el autor, citando como ejemplo algunos haikús, la milenaria forma de poesía breve japonesa que precede históricamente al microcuento.

Lomelí, ingeniero al fin, utilizó un concepto de las matemáticas adoptado por la literatura para ilustrar la cantidad de interpretaciones que puede tener un texto. Se trata de la cardinalidad literaria, la cual propone que algunos textos tienen más interpretaciones que otros. Las posibilidades de interpretación (cardinalidad) se reducen, por ejemplo, cuando los relatos son demasiado obvios o requieren un conocimiento específico para comprenderlos.

Tal es el caso del texto Luis XIV, del español Juan Pedro Aparicio, que consiste de la sola palabra: “Yo”. Una vez se entiende que el relato es una referencia a la famosa frase del monarca francés: “El Estado soy yo”, ahí queda, no produce más nada en el lector, comentó Lomelí. Por el contrario, un cuento como “la mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones”, de Juan José Arreola, se abre a una gama de interpretaciones que abarcan desde el horror hasta lo romántico.

El autor, eterno emigrante

En sus textos, Lomelí muestra gran preocupación por los problemas que observa en su natal México, donde reside actualmente. Cuando se encontraba estudiando una reserva natural en la península mexicana de Baja California como parte de su maestría en ecología, se tropezó con el inicio de la guerra de los narcos en la zona. De ahí nació su primera colección de cuentos, Todos santos de California (2002), Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí, que narra historias escuchadas de los campesinos sobre la llegada del narcotráfico al remoto y silenciado pueblo de Todos Santos.

Pero tal como sugiere su famoso relato sobre el emigrante, Lomelí ha recorrido y narrado mucho más que los vastos confines de México. “Desde chiquito me gustaba viajar”, relató el autor, quien atribuye esa pasión por conocer y cambiar frecuentemente de lugar a la experiencia de vivir unos años de su infancia en California, Estados Unidos, rodeado de gentes de varias etnias y culturas.

A los tres años de edad llegó a un barrio de inmigrantes principalmente católicos donde la iglesia ofrecía misas especiales para latinoamericanos, chinos, filipinos, irlandeses y negros. Los domingos, recuerda, su madre lo hacía ir a los servicios de todos los grupos, y ahora él piensa que esa experiencia lo “traumó”, pero de buena forma. De repente quiso estar con todos y vivir en todos estos lugares, relató, y así lo hizo. Pero no todos los países han sido fáciles de contar.

“De algunos lugares no he podido escribir nada”, confesó sobre sus experiencias en China, Sur África y Mozambique, “más bien porque cuando uno empieza escribir, luego uno se topa con que está repitiendo clichés, por un lado, o lo que estás escribiendo nadie te lo va a entender porque resulta ser muy ajena la visión que estás dando”, explicó.

Aunque China se le hizo difícil de entender, escribir de Sur África no dejó de ser complicado aún cuando encontró muchas similitudes con México. “A mí me parecen dos países muy, muy iguales. Tenemos la misma diversidad lingüística, más o menos la misma economía, ciertas prácticas de racismo muy similares, cierto tipo de conservadurismo muy similar (los africanos son más conservadores que nosotros; eso es chistoso, pero sí)”, apuntó.

Sin embargo, en su experiencia observó que los surafricanos no estaban interesados en la literatura mexicana y latinoamericana, al igual que los mexicanos no lo estaban de la africana.

“Una de las cosas que sí me parecen más preocupantes como cuestión cultural en la globalización ahorita, es que somos incapaces de hablar con nuestros pares, porque nuestros pares tienen más o menos los mismos problemas, o sea, complejos, que nosotros. O sea, tenemos mucho más que ver América Latina con África y África con nosotros, pero la cosa es que ni ellos ni nosotros nos damos cuenta. Estamos viendo a Europa, a Estados Unidos, a Japón si somos muy ‘exóticos’, y ya. Y podríamos aprender bastante sobre lo que hemos hecho unos y otros”, aseguró.

Aunque Lomelí proclamó con orgullo que los mejores cuentistas del mundo históricamente han sido latinoamericanos, también reconoció que “la narrativa africana contemporánea es poderosísima y, en ciertos casos, creo que están escribiendo mejor la realidad latinoamericana cultural que muchos de los escritores latinoamericanos”, expresó. “Cada cual tiene toda la libertad de escribir de lo que le dé la gana, pero luego sí hay ciertas tendencias sociales. En ciertos países, todos escriben de… (pausa para que la audiencia llene el espacio), y hay ciertas temáticas sociales. Todos escriben de algo que pasa en París. Hay un país donde casi todos hacen eso. No nos entendemos ni nos identificamos con la literatura”, concluyó.

Luis Felipe Lomelí se presentará en el Festival de la Palabra en San Juan el viernes 23 de octubre.

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