
Carlos: el ballet como el camino hacia la universidad
Por Perla Del Mar Rodríguez Fernández
A los 16 años, Carlos Juan Santos Rivera se fue de su casa porque tenía un sueño: bailar ballet. Se mudó a Santa Rita. Allí, conoció la penuria. Vendía chocolates para pagar la renta. Dejó la escuela. Se convirtió en un desertor escolar.
Pero el sueño de Santos Rivera seguía presente. Practicaba todos los días. Entró a una compañía. Mientras tanto, trabajaba en la radio. Luego en una compañía norteamericana de cafés. En unos meses, ya era el supervisor, pero como espiga alojada en el dedo, le latía el deseo de estudiar en aquella institución que admiraba desde su casa en Santa Rita.
Carlos cambió muchas otras veces de trabajo. Llegó a trabajar las comunicaciones de un hotel en el Condado, pero un día decidió renunciar. Iba a terminar su cuarto año. Él entraría al Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR-RP).
Así fue. Terminó la escuela superior. Solicitó la universidad. Pero la solicitud llegó denegada.
Según cuenta, esa carta resultó en unos de los dolores más grandes que había sufrido. Asimismo, con las lágrimas corriendo, fue a la Oficina de Admisiones a pedir una explicación. ‘‘Yo, que me he esforzado tanto, que dejé todo…’’, le explicó a la recepcionista.
—Salí de mi casa para bailar ballet clásico, continuó.
—¿Qué? ¿Tú bailas ballet clásico?, respondió la recepcionista.
Así comenzó todo. Ella le habló del Programa de Innovaciones Educativas (PIE), un recurso de la UPR-RP que -entre otras cosas- tiene como meta mostrar que las inteligencias múltiples y las destrezas pueden ser una forma de iniciar una carrera universitaria.
A través del PIE, Carlos tenía la oportunidad de entrar a la universidad que él quería haciendo una audición, demostrando su talento y tomando unos cursos preparatorios en el verano. Aunque él quería estudiar -y aún lo desea- una carrera en la Facultad de Administración de Empresas, este programa de Estudios Generales era la oportunidad y el apoyo que él necesitaba.
Decidió que tenía que participar de la audición. Se había preparado como nunca antes. Pero al ver a tanta gente actuando y cantando, se empezó a preocupar. ‘‘Eso parecía un Pitch Perfect’’, explicó entre risas.
‘‘Yo tenía que hacer que las cosas pasaran, no importando lo que haya sucedido’’, sentenció.
A fin de cuentas, ¡fue aceptado! Entró ‘‘en un campamento de verano’’, como él bien explica. ‘‘Yo me sentí como una ostra. Todas las cosas malas que había pasado en mi vida me convirtieron en una perla’’, reveló el estudiante que está próximo a iniciar su segundo semestre.
‘‘Yo voy a seguir bailando, estudiando y trabajando, y yo era un desertor escolar. Así que cojan el remo que les dan y no repriman sus sueños’’, culminó Santos Rivera.
El programa PIE, adscrito al Recinto de Río Piedras de la UPR (UPRRP), pretende fungir como una brecha para aquellos estudiantes que por diversas razones no cumplieron con el índice de ingreso requerido por la universidad o para adultos que por diversas razones no ingresaron a una institución universitaria. Entre los requisitos del programa está: tener un promedio general de 2.00 en la escuela superior, tomar el examen del College Board y pasar entrevistas o prácticas, de acuerdo a la disciplina.
Por otra parte, la deserción escolar no solo tocó a Carlos, es un mal que aqueja a una gran población en Puerto Rico. El secretario del Departamento de Educación, Rafael Román, indicó que en el 2013 que la incidencia de deserción escolar en Puerto Rico rondaba en el 40 por ciento, aunque el Departamento de Educación federal, en su último reporte, indicara que sólo hay un 2 por ciento de deserción en la Isla.
Es estudios recientes, se estima que la tasa de deserción en Puerto Rico, entre los jóvenes de 16 y 19 años, es de 14 por ciento, excedida solamente por el estado de Arizona (15 por ciento) y Nevada (16 por ciento).
Sin embargo, para el año académico 2014-15, el 96.219 por ciento de los estudiantes de escuela superior fueron promovidos. Ese mismo año se instauró la Ley para crear el Programa de Retención Escolar.
Fotos por Dania García Lebrón
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