Revivir a Capetillo.
Por: Karen Veras
Atravesando la Avenida Gándara y sus intersecciones hasta el cruce de la Avenida Barbosa, se encuentra el Sector Capetillo en Río Piedras. Dos de sus residentes más antiguos Luis Emmanuelli de 66 años y Daniel Paniagua de 69 años, recuerdan con añoranzas aquella niñez en la que a pesar de los escasos recursos económicos nunca les faltó el alimento. Don Luis nos cuenta que eso fue gracias a las relaciones armoniosas que había entre todos los residentes del barrio ¨éramos como una familia, cuando en mi casa no había que comer, el vecino nos pasaba un plato de comida y cuando en la casa del vecino no había nosotros le dábamos a ellos¨.
Don Daniel recuerda aquellos días en que se trepaba en las vías del tren, el cual cruzaba por la Avenida Gándara a coger caña, cuando iban al mercado a vender bolsas y a cargar compras con los zapatos rotos o descalzos para poder ganarse algo de dinero y compartirlo con los demás muchachos. Ambos recuerdan cuando iban a la Universidad de Puerto Rico a jugar en las canchas de baloncesto y de béisbol, se quedaban observando a las chicas que estudiaban en la universidad y las cortejaban con la esperanza de que un día alguna se fijaran en ellos.
La suerte le sonrió a Don Luis y tuvo la dicha tal y como él lo expresa de casarse con una universitaria a la cual describe como el amor de su vida y a la que perdió hace menos de un mes producto del Alzheimer. Daniel y Luis fueron creciendo y nos cuentan que, en su juventud, Capetillo era la zona donde se hospedaban los universitarios y el espacio que tenían para recrearse ¨venían personas de todas partes de la isla, entre los estudiantes y aquellos que venían a comprar a la plaza del mercado, era una zona fructífera y muy concurrida, ya nada de eso se ve por aquí, esto parece un arraval de cemento¨. Actualmente Don Daniel Paniagua representa un icono de unión y de trabajo dentro de los moradores nativos de la zona ya que el Bar los compadres que era de su propiedad, fue el centro de recreación más importante del barrio, además de ser el encargado de celebrar la fiesta de los capetillanos ausentes, las cuales se celebraran una vez al año hasta el 1999, hasta que el estado les quitó los permisos, tanto de las fiestas como los del negocio. ¨Hace falta que nos den el apoyo, que nos ayuden a preservar el arraigo y las tradiciones de nuestro sector¨. Conozcamos a Capetillo en ocho citas:
Historia de Capetillo:
LE: Recibe este nombre por la viuda de Capetillo cuyo nombre era Luisa. Al parecer ella no tenía herederos y donó estos terrenos a la iglesia católica. La iglesia nos cobraba un arrendamiento por el solar hasta el 1978. Luego se creó una cooperativa para comprar los solares, se hizo un préstamo al banco de Vivienda y este nos las vendió a bajo costo.
La infancia de Don Luis y Don Daniel:
LE: Esa fue la mejor infancia del mundo. Nosotros lo teníamos todo, aquí era caminar por la plaza del recreo cuando nos queríamos divertir, teníamos la plaza del mercado y cuando éramos chamaquitos vendíamos bolsas, cargábamos compras, nos daban nuestros chavos, teníamos cuatro parques de pelota y canchas de baloncesto, algo que ya no tienen los muchachos. Fue una niñez muy bonita, porque a pesar de que éramos pobres y las calles eran de barro y nosotros caminábamos descalzos o con los zapatos rotos y los dedos por fuera, la gozamos y la disfrutamos, nos hizo crecer y conocer mundos diferentes, el de la pobreza en que vivíamos y un poquito más allá. Caminábamos y podíamos ver a los que tenían chavos, aprendimos a convivir con ellos y nos llevábamos bien ya que la gente era más allegada, más unida y no existía ese discrimen que hay ahora. Aprendimos a vivir con escasos recursos pero con miras a ser mejores, teníamos la universidad al frente y a la larga veíamos a los muchachos que se graduaban y se hacían de su profesión y eso nos servía de motivación para querer ser como ellos.
Fiesta de los capetillanos ausentes:
DP: Las celebrábamos una vez al año y luego junto a ellas comenzamos a celebrar las fiestas de cruz, esto era un rosario cantado, una tradición muy vieja de nuestra cultura. Cerrábamos la Calle 7, la Robles y todas las áreas de Capetillo para poder celebrar la fiesta. Venían muchos artistas, los mejores creo yo, David Pumarejo, Antonio Caván ¨El topo¨, Sonora Ponceña, Andy Montañez, Apolo Sound, Batacumbele, Felito Félix, El Gallo, Tito Puentes, Tito Rojas, un sin número de artistas que no te podría nombrar. Traíamos los grupos de los centros de envejecientes a bailar bomba, ya que los domingos era el día de los capetillanos. Se celebraban por cuatro días y el domingo lo escogíamos para hacer una caravana con los capetillanos ausentes desde la 65 de Infantería a recorrer el barrio, le poníamos sus cintas y lo llevábamos a la logia que queda en la Calle 4 a comer y a beber y luego seguíamos la fiesta con ellos.
El Bar los compadres:
LE: Éramos cuatro títeres del barrio que nos criamos juntos y Daniel dijo ¡vamos a comprar esto aquí!, metió mano, conseguimos el dinero con un préstamo que hicimos y así comienzan los compadres. El negocio fue bueno, pero después los otros dos socios no quisieron estar más con Daniel que era el más dispuesto.
DP: Siempre hubo un ambiente familiar. Teníamos dominó, billar, música en vivo, cogíamos la conga y cantábamos, hacíamos fritura en leña.
- Antes de ese negocio existía el chigüín aquí en la esquina, ese negocio era donde se reunían los estudiantes, les hacían happy hours, traían orquestas, todos los tríos famosos de Puerto Rico iban allí a practicar y a cantar.
DP: Y aunque nos pongan mil trabas para sobrevivir aquí, este sigue y seguirá siendo nuestro barrio y nos seguimos reuniendo, aunque no sea en los compadres, lo hacemos en otro negocio.
LE: Y tratamos de enseñarle esos valores y ese arraigo que nosotros tenemos, ese amor por el barrio a los muchachos jóvenes y queremos que ellos continúen con la tradición.
Nota: Este escrito es una versión resumida de una entrevista en profundidad que formará parte de un libro que producirá el Estuario de San Juan sobre la vida en la “Ciudad de las Aguas”. Fue parte de los trabajos del curso “Retratos: la entrevista creativa y en profundidad” de la Maestría en Comunicación, a cargo del Dr. Mario E. Roche (agosto a diciembre de 2015).