
Su nombre es reflejo de su vida
Por Coral N. Negrón Almodóvar/ @coral_negron
Como sucede en el efecto dominó, un suceso provocó otro. Bastó una conversación, una ilusión, un intento, una carta de aceptación, una maleta y un «nos vemos» para impulsar una reacción en cadena. Alma Noahrys Díaz Carrión, de 25 años, no retrocedería.
Con el recuerdo de las palabras de sus padres, «se debe hacer algo más allá que estudiar; hay que aportar a la sociedad», Alma se dirigió a Washington D.C. para participar del internado Córdova y Fernós. En aquel entonces, mayo 2011, cursaba su cuarto año en el programa interdisciplinario de Ciencias Naturales de la UPR en Río Piedras.
Era la primera vez que Díaz Carrión residiría fuera de su hogar, pero calificó el trabajar en la Oficina del Comisionado Residente de Puerto Rico como un eslabón preciso en su proceso formativo. Ya en suelo estadounidense, esa perspectiva cambió.
Durante su estadía en la capital de los Estados Unidos, concluyó que para alcanzar el modelo de país que anhelaba no basta el poder estatal. “Vi que no se hace nada. En la oficina, [de] políticos de alto rango, solo comparten información de becas universitarias en un orden específico. No hay capacidad ni intención de cambio. Tú esperas que al menos se escuche la voz (de los puertorriqueños), pero ni eso…se habla más de Puerto Rico en el tren que en el Congreso”, lamentó.
En tal escena “de impotencia”, supuso que ella podía hacer algo, lo que fuese…Inició a entablar conversación con personas de influencia y tener una lista de contactos útil para el futuro.
Los seminarios en los que participó, como parte de su labor adscrita al programa del congreso Córdova y Fernós, la ayudaron con esa tarea y le “abrieron los ojos”. En la conferencia del National Council of La Raza comprendió que, por ser caribeña, se le identificaba como “menos educada e inexperta” y ella “debía romper esa burbuja”.
Si algo le quedó claro durante esos días es que a través de otros foros podía actuar en pro de Puerto Rico. Por ello, decidió fortalecer su educación postsecundaria con una maestría en Manejo de Organizaciones sin Fines de Lucro de la Universidad George Washington.
Agudiza su cultura cívica
Previo a proseguir sus estudios, Alma regresó a la UPR por espacio de dos años. Se desempeñó como tutora de universitarios y lanzó la iniciativa cívica “De la escuela a la calle”, en la que ofrecía charlas de motivación a estudiantes de escuela superior.
De esta iniciativa no olvida la experiencia que tuvo con un adolescente que, con congoja, le dijo: “de qué vale que usted haga esto si en mi casa yo no tengo apoyo de mis padres. En casa uno se preocupa más si hay de comer. No puedo aspirar a ser un líder cuando mi entorno no me lo permite”.
Esas palabras la hicieron reflexionar sobre cuántos jóvenes “se pierden cuando no tienen alguien que los motive”. Pero su experiencia la ayudó a manejar el momento, mantener el tesón y responder “Sí puedes. Tienes que creer en ti”.
Díaz Carrión ha enfrentado situaciones similares en diversos contextos, pero no abandona la lucha. “Inspirar es la mejor forma de transformar”, agregó aludiendo a otra de sus vivencias. Se trataba de su labor como Gestora de Recurso y Desarrollo para el Proyecto Enlace del Caño Martín Peña, en verano 2015.
Alma conoció allí al grupo LIJACOS (Líderes Jóvenes en Acción) que se dedica a crear conciencia colectiva sobre el impacto del cuerpo de agua en las comunidades aledañas al Caño, y viceversa. Y es que, según los resultados del Estudio de Impacto a la Salud (HIA, por sus siglas en inglés), llevado a cabo por la Escuela de Medicina de Icahn en Mount Sinai, New York, en la medida que el caño se deteriora, la recurrencia y extensión de las inundaciones en el área aumenta.
“Ninguna clase te puede dar la enseñanza que sacas de las discusiones con los jóvenes LIJACOS sobre deterioro ambiental, igualdad económica y derechos humanos”, especificó.
Su labor en esta comunidad le hizo entender que el trabajo en equipo con continuo diálogo beneficia “a todos”. “Lo más poderoso del Caño es que se usa el mecanismo del estado para favorecer y empoderar a las comunidades. Gente que podría estar sentada en su casa sin actuar, hasta personas mayores, están cabildeando en oficinas de congresistas”, destacó.
Acción continua y auto seguridad
Tanto en el extranjero como en la Isla, Díaz Carrión no cesa de trabajar. Al tiempo que hacía su maestría en Estados Unidos (septiembre 2013-mayo 2015) se involucró en las organizaciones Puentes GW y Global Language Network para apoyar la instrucción bilingüe de latinos y caribeños. También trabajó para la agencia Consumer Protection Financial Bureau donde se percató de los “abusos hacia personas que no tienen conocimiento financiero”.
“Me topé con un puertorriqueño al que Bank of America le cobraba con cartas en inglés luego de que él expusiera a través de escritos y llamadas que no entendía el idioma. Nunca le respondieron”, relató. No obstante, ella sí le brindó una mano.
Como hija de servidores públicos tiene la convicción de que el servicio comunitario, el peritaje académico y la entrega impactan otras vidas para bien. “A todo lo que me han llamado he dicho que sí”, respondió a la interrogante de cómo se está moviendo en estos lares donde la economía sufre los vestigios del colonialismo.
A su entender, el puertorriqueño debe aspirar a la auto gobernanza, a la autogestión y a la empatía con el prójimo para aniquilar la desigualdad social y económica. Le “pesa y le duele” que su tierra de origen enfrente una crisis fiscal y una deuda que sobrepasa los $70 mil millones. Más aún, que las soluciones que se están planteando le resten poder al ciudadano. Por ello, forma parte de la naciente Coalición Ciudadana en Contra de la JCFF y no descarta una carrera política a sus cuarenta años.
“Me niego a que se me imponga una Junta de Control Fiscal Federal (JCFF). Creo que tengo la capacidad para gobernarme a mí misma”, afirmó.
A Díaz Carrión nadie puede decirle que a su corta edad no es competente. Al contrario, se siente en todo su derecho de demostrar su pericia en la organización sin fines de lucro en la cual funge como asistente del área de filantropía.
“Ahora en plena juventud depositaré todas mis energías en lograr cambios. Trabajo para que siga creciendo la infraestructura de sin fines de lucro en Puerto Rico y aumentar los donantes a educación…hay que apoderar los maestros de kínder a tercer grado, edad crucial para el desarrollo pleno de la niñez. Por cada dólar que hace el gobierno, nosotros hacemos siete”, manifestó.
Asimismo, ilustrando la definición que aparece bajo su nombre de pila -Alma- en el diccionario de la Real Academia Española (persona que impulsa o inspira algo), la chica agregó que “si uno quiere ver un progreso, hay que dar de sí mismo”.
“Lo asimilo a la metáfora ‘el río para llegar al mar tiene que correr’. Si uno quiere ver un progreso, hay que dar de sí. Para mí, esto no se trata de buscar sentirse bien, sino que de entender que en la manera en que una sociedad esté bien, ese sentir será recíproco y compartido. Si eres estudiante, no solo estudies. Si eres trabajador, no solo hagas las ocho horas de oficina. Hacer por Puerto Rico es sentarte a dialogar, a identificar en dónde puedes actuar más allá de tus metas…desde abajo se construye”, abundó.
Cierto es que para Alma aún no ha caído su última ficha de dominó. La hilera de fichas de Díaz Carrión seguirá tomando nuevas formas, y generando nuevas posibilidades de acción.
NOTA del EDITOR: Este artículo es parte de los trabajos finales de las estudiantes del curso COPU 6726 Seminario en Periodismo II, «La veracidad en el relato periodístico» dictado por la Dra. Mirerza González en el segundo semestre del año académico 2015-2016.
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