Mujeres: Libres en el encierro
Nota de la editora: Esta la última entrega de la serie especial Gallitos y jerezanas: más allá de los barrotes. En este cuarto reportaje visitamos el salón de clases de mujeres confinadas de la cárcel de Bayamón. La filosofía de la educación, así como el pensamiento de los teóricos contemporáneos fueron los platos fuertes de la enseñanza universitaria, impartida por la profesora Irma Rivera de la UPR-RP.
Por Myrna Liz Rodríguez Marrero
En el Complejo de Rehabilitación Para Mujeres de Bayamón se abrió una puerta para que Sófocles y Sócrates pudieran entrar. El salón compuesto por 15 pupitres recibe a diario a las mujeres del Proyecto Piloto de Educación Universitaria para encarcelados del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP). Pese a las cadenas que llevan en sus pies, aquí muchas han conocido la verdadera libertad.
-¿Quién eres?
– “Todos los días soy una mujer nueva…”
Así se describió Omayra Torres Sánchez cuando la profesora de Humanidades, Irma Rivera Nieves, lanzó al aire la pregunta en un acto de romper el hielo. La mujer de larga cabellera rubia y ojos pequeños, pero llenos de alegría, resaltó que aún se mantiene “con mucha sed de conocimiento, con muchas ganas de luchar, de echar hacia delante, de demostrarle a la sociedad, que está allá afuera detrás de esos muros gigantes, que somos mujeres que si tenemos valores, que si luchamos por lo que queremos, que si nos superamos y que la cárcel no nos limita, somos dueñas de lo más preciado en la vida, de esa libertad mental…”
-¿Cómo te describes?
– “Es que no hay palabras que nos describa mejor en este lugar que guerreras”.
Las palabras de Coralys Campos Rodríguez, integrante del programa hace 3 años, vuelan en el aire con fuerza y transmiten el alivio que se siente estar en un salón de clases aún en la cárcel. Campos Rodríguez resalta que el Proyecto Piloto de Educación Universitaria para encarcelados le ha permitido a las integrantes crear las garras suficientes para luchar en contra de las injusticias. “…luchar para que nos escuchen, luchar para todo, así que no hay otra palabra que guerreras. Pienso que la sociedad en que vivimos nos tiene ese estigma, nos señalan, nos juzgan, no creen, no creen…”
La estudiante sostiene que las personas suelen ver la cárcel como un espacio donde se alberga lo peor del mundo y recalca que son seres humanos los que viven ahí… “somos personas, muchos han cometido errores, otras están por diferentes circunstancias y eso no nos quita el ser parte de la sociedad, la sociedad muchas veces cuando uno entra aquí nos echa a un lado como si ya ni existiéramos, y no es así, a pesar de estar en estas cuatro paredes somos parte de la sociedad”.
Las constantes ganas de aprender de las 15 integrantes son continuas. La disposición y disciplina ha surgido gracias a la colaboración de diversos profesores que han dicho presentes desde el día que el proyecto vio luz por primera vez. “Han sido muy buenas alumnas. Esto ha sido una experiencia bien buena, ha sido bien agradable venir y trabajar. He dado aquí el mismo curso con el mismo prontuario que doy en Río Piedras. Hemos estudiado temas que son muy profundos, como: juicios de Sócrates, los filósofos, Edipo Rey, todos temas muy intensos”, comentó la profesora de Humanidades Irma Rivera Nieves.
Para Rivera Nieves la experiencia ha sido de enriquecimiento aunque ha sufrido cierto desasosiego por las directrices de la institución. La catedrática reconoce que ha crecido con esta experiencia de rigor y que le ha servido para nutrir su persona. “No es como la gente lo pinta allá afuera, la experiencia es como un salón de clases normal”.
El currículo universitario que se ha utilizado en las clases ha sido el que se le brinda a los estudiantes en la Facultad de Generales de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río de Piedras (UPRRP). Esta dinámica ha permitido que las reclusas se sientan parte de la Universidad a pesar de estar tras las rejas. “Estamos agradecidas de la manera que ustedes nos tratan, ustedes nos tratan como lo que somos seres humanos, mujeres que estamos luchando contra el sistema, contra las montañas, contra los hoyos, contra el no y me alegro que la Universidad de Puerto Rico haya dicho sí”, expresó la estudiante Ilka Cruz.
No todo es color de rosa para las estudiantes de la cárcel ya que atraviesan grandes retos a la hora de realizar las asignaturas. El no tener un espacio para reunirse y los constantes ruidos por parte de las demás confinadas dificultan el proceso de concentración. Además, cuando el ambiente se logra apaciguar las estudiantes enfrentan el problema de iluminación ya que a cierta hora cesa la electricidad en las celdas.
Por otra parte, el encierro no evita que muchas de las alumnas sigan siendo madres y sostengan la esperanza de encontrarse con sus hijos en la libre comunidad. “Yo soy sobre todo madre, excelente madre a pesar de las circunstancias… Comparto lo que dice Coralys, nosotras aquí somos unas guerreras… día tras día nos levantamos a luchar a tratar de ser mejores personas, mejores mujeres, con todo lo que nos marginan, pues, nos mantenemos de pie”, señaló Sheila Figueroa.
Las confinadas están agradecidas con sus familiares quienes siempre han dicho presentes a pesar las situaciones. Actualmente, la meta de todas es culminar el bachillerato en Estudios Generales y ser personas productivas en la libre comunidad. “Lo que quiero es con este proyecto, demostrarle a todos esos que tienen esos pensamientos ignorantes de que en la cárcel lo que hay son criminales, que lo que hay son delincuentes, que sepan que la cárcel es para todos, que aquí hay profesionales, que habemos profesionales, yo soy una y que puede caer cualquier persona aquí….” aseguró la estudiante Sharelys López.
En el 2015 la Escuela Industrial Para Mujeres de Vega Alta fue cerrada y las reclusas fueron trasladadas al Complejo de Rehabilitación Para Mujeres de Bayamón que para el 2016 albergaba 232 confinadas.
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