Los rostros y el esfuerzo detrás de la clínica de vacunación del campus
- Fecha 20/09/2021
Por Génesis Dávila Santiago
Periodista
Oficina de Comunicaciones
Recinto de Río Piedras – UPR
Fotos por Juan M. Ortega Cosme
Cinco refrigeradores colocados estratégicamente en diferentes puntos de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras (UPR-RRP) preservan la calidad de las vacunas que sirven para la inoculación de la población.
Cada uno de los congeladores posee un termómetro para garantizar que la temperatura sea ideal y, como método preventivo, están acompañados por generadores eléctricos, un sistema de alarmas, un guardia de seguridad y conectados a la red desde donde el entonces coordinador general del comité para el manejo de COVID-19, José Alberto Hernández Roldán, los monitoreaba.
Su celular contenía la información de cada refrigerador y la temperatura en que se encontraban en ese momento. En caso de que uno de ellos falle, a la hora que sea, se conduce hasta el recinto para repararlo. Se presentaron situaciones donde “había que llegar de madrugada”, aseguró Hernández Roldán en una entrevista desde la Oficina de Servicios Médicos, que se ubica en el recinto. Fue él quien ideó gran parte de los protocolos estadísticos y de organización para garantizar una vacunación exitosa y evitar que se perdieran dosis.
La UPR comenzó su labor como centro de vacunación el 24 de marzo de 2021. Para lograrlo, Hernández Roldán, junto al director de Servicios Médicos, Hernán Rosado Carpena, y otros integrantes administrativos del recinto llenaron los documentos requeridos por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y el Departamento de Salud de Puerto Rico, coordinaron la adquisición del equipo y crearon un un grupo de colaboradores para atender a la población que llegaría, según las fases establecidas por las órdenes ejecutivas del gobernador Pedro Pierluisi Urrutia.
Según la oficial administrativa Daisy Villalongo Rodríguez, quien fungió como voluntaria desde que comenzó el proyecto, 102 personas colaboraron con la organización de la clínica de vacunación desde sus inicios en marzo pasado.
Desde entonces, la información que contiene Servicios Médicos apunta a que unas 4,591 personas fueron vacunadas por los profesionales de salud de la UPR-RP hasta el 13 de septiembre de este año.
¿Cómo era un día en la clínica de vacunación?
5:30 a.m. A esa hora, la enfermera Isabel Rodríguez Galletti comenzaba sus preparativos para trasladar, descongelar, diluir y crear las dosis de las vacunas que debían estar listas para las 8:00 a.m.
De acuerdo con la especialista en salud, fue su amor por la vocación de enfermería la que le motivó a participar del proceso de vacunación y tomar los adiestramientos necesarios, aun sabiendo el riesgo que implicaba ser profesional de salud en medio de la pandemia. De ahí, que considere como su mayor satisfacción el llamado a servir que recibió desde que la UPR-RP se inauguró como un centro de vacunación contra la COVID-19.
“La mayor satisfacción tanto profesional, como moral y espiritual es que dentro de lo que estamos viviendo, que aún lo tenemos (porque) lo hemos aminorado, pero sigue con nosotros, es haber aportado un poquito para intentar salir de esta pandemia y que no se nos sigan perdiendo vidas”, reflexionó.
Por su parte, Rosado Carpena, director de Servicios Médicos, detalló que el centro de vacunación de la UPR-RP administró, en todo momento, la vacuna Pfizer. Por esa razón, los protocolos de almacenamiento y manejo debían ser más rigurosos.
La labor del también doctor en Educación se centró mayormente en iniciar los procesos de establecer un centro de vacunación en el recinto, trámites que comenzaron en noviembre de 2020, y fungir como enlace entre los empleados y voluntarios de la clínica.
Explicó que, mientras la enfermera preparaba las dosis, entre las 6:30 y 7:00 de la mañana, llegaba el personal de la clínica a ordenar los cubículos y mesas donde se llevaría a cabo el proceso.
Según Rosado Carpena, entre las 7:30 y 8:00 de la mañana todo el personal debía estar en sus puestos de trabajo, incluyendo a los oficiales de seguridad, quienes permitían el acceso a los participantes en grupos de 10 a 12 personas.
8:00 a.m. Para recibir a la comunidad, el personal de administración se encargó de registrar a cada una de las personas bajo un sistema que diseñó el entonces coordinador COVID, Hernández Roldán.
En ese registro, colaboró la oficial administrativa Villalongo Rodríguez, quien detalló que el trabajo en equipo y el haber aportado para salvar vidas son algunas de las satisfacciones que se lleva del proceso.
“Pasaron muchas personas y se vacunaron. Hubo días que estaba tan lleno que el proceso fue bien fuerte…; terminábamos el horario bien agotados, pero contentos porque cuando contábamos decíamos: ‘hoy fueron 200, hoy 300, 305 [personas vacunadas], pues mira, sí, valió la pena’… Pudimos lograr que un número significativo se pudiera vacunar y que fuera de fácil acceso… un proceso rápido y organizado”, recordó la oficial, quien lideró el registro de las personas, junto a Iván Olivo Maldonado, de la Oficina de Protección Ambiental y Seguridad Ocupacional.
Mientras tanto, el personal de enfermería se dedicaba a la vacunación y, en el área de espera, luego de que la persona fuese vacunada, había uno o varios doctores, quienes orientaban a los pacientes. Los doctores que participaron fueron Mario Francia, Sara Rivera y Zaida Díaz, esta última de UPR Carolina.
Varios estudiantes de la UPR colaboraron con el evento. Uno de ellos fue César Rosado Bloise, quien se encargaba de observar a los pacientes, mientras esperaban 15 minutos, después de recibir su vacuna, para identificar que ninguno tuviera una reacción adversa a la dosis.
El alumno de quinto año en Biología Celular Molecular aseguró que, durante su periodo de voluntariado, nunca observó un efecto adverso en los participantes. Asimismo, describió como “un llamado” su colaboración con la clínica de vacunación.
“Yo sentí un llamado, una responsabilidad civil de ayudar de la manera que yo pueda”, expresó el estudiante.
Al igual que Rosado Bloise, Gabriela Serrano Irizarry, también estudiante de Biología Celular Molecular, colaboró en ocasiones con el proceso de observación. No obstante, su labor administrativa se centró mayormente en el registro de información y en el escaneo de expedientes para su digitalización, después de que cada persona recibiera su vacuna.
Según Serrano Irizarry, su contribución con la clínica de vacunación le confirmó que su campo de estudios le apasiona.
“Yo antes no tenía experiencia ninguna, pero, cuando comencé, me gustó mucho el ambiente de estar trabajando en lo que sería algo relacionado con mi carrera futura y eso me confirmó lo que yo quiero hacer. Así que, sí, me gustó mucho. Fue una experiencia bien bonita y todavía lo es. Es una experiencia bien diferente a lo que había hecho antes”, comentó la joven de 21 años.
Similar a Serrano Irizarry, Jiriat Barreto Concepción, tuvo labores mixtas en su colaboración con la clínica. De acuerdo con la ahora asistente administrativa en la División de Educación Continua y Estudios Profesionales (DECEP), su contribución consistió en organizar a las personas, permitirles la entrada, atender el registro inicial y escanear documentos.
Para Barreto Concepción, una de las mayores gratificaciones del proceso fue conocer a otros empleados de diversos campos en la comunidad universitaria, quienes también estaban dentro del equipo en la clínica.
“Yo conocí otro mundo y cada vez que me encuentro [a alguien] por los pasillos… nos reconocemos rápido. Eso fue bien bueno. Yo pienso que de todo esto, además de ayudar a las personas a llegar a esa protección de la vacuna, esa cercanía que la universidad ofreció, también fue [una forma de] conocer a mis vecinos”, detalló la oficial de la DECEP.
1:00 a 2:30 p.m. De acuerdo con el director de Servicios Médicos, el proceso de vacunación terminaba temprano en la tarde, para que un grupo de colaboradores, liderados por Áurea Luyanda, de Recursos Humanos; y Andrés Solivan, del Decanato de Administración; pudieran enviar las estadísticas de vacunados ese día al Departamento de Salud.
La tarde en que todo el esfuerzo valió la pena
Aunque la cantidad de personas al inicio era sustancial, hubo momentos donde eran pocas las personas que llegaban, según Rosado Carpena.
La mañana del 16 de agosto había sido lenta y la tarde pintaba igual. Comenzaban entonces los preparativos para culminar el proceso, pero quedaba una dosis sin utilizar. Si no llegaba alguien, se arriesgaban a perderla.
De pronto, relata Rosado Carpena, uno de los oficiales de seguridad solicitó que no cerraran los portones. Una persona había llegado para recibir la dosis de su vacuna.
“Esa última vacuna que se puso, para mí, fue el aliciente o la medicina más grande que pudo haberme sanado todo lo que yo pasé todo el día con las enfermeras y lo que pasamos todo el día para vacunar, porque de esa vacuna fue recipiente una joven de 14 años paciente de cáncer que le acababan de dar el release para que se fuera a vacunar”, recordó Rosado Carpena.
Para la enfermera Rodríguez Galleti, el evento de la adolescente fue también motivo de admiración. Según ella, ese día, todo el esfuerzo de vacunación valió la pena.
“Dentro de lo más bonito que tiene la profesión, sobre todo para mí, es el haber aportado en esa joven, darle la esperanza, al menos, de que pudiera ser yo la que se la preparó [la vacuna], ser yo la que se la administro y…, con toda la interseción de Dios, decirle ‘esto te va a ayudar’ y sentir que, dentro de ese diagnóstico, a lo mejor, terminal y dentro de toda la necesidad que a lo mejor esa joven podía tener, decirle: ‘aquí estamos y ya tú vas a ver que esto va a funcionar’”, subrayó Rodríguez Galleti.
En otras ocasiones donde el ritmo de vacunación era lento, según Rosado Carpena, vacunaron a varias personas sin hogar y personas encamadas.
De ahí, que describiera como su mayor regocijo el haber visto a una universidad con las puertas abiertas para toda la comunidad.
“Se vio a una universidad colaborando y atendiendo a la comunidad”, relató con tono de satisfacción.
El centro de vacunación continúa sus operaciones durante días específicos en horario de 8:00 a.m. a 2:00 p.m. Por otra parte, el Sr. Manuel Carrión es el nuevo coordinador general del comité para el manejo de Covid19 en el recinto.
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