Confinados logran bachillerato en Estudios Generales y convierten a la UPR en su alma máter
- Fecha 03/06/2022
Por Génesis Dávila Santiago
Periodista
Oficina de Comunicaciones
Recinto de Río Piedras – UPR
Fotos por Héctor Suárez De Jesús
La rutina del encierro bajo máxima seguridad quedó interrumpida por una mañana de lágrimas y emociones. La Universidad de Puerto Rico de Río Piedras (UPR-RP) se convirtió en vía de rehabilitación y reinserción social para doce confinados que llegaron hasta el Anfiteatro Isabelo Zenón Cruz, de la Facultad de Estudios Generales, para recibir su certificación de bachillerato, como parte de la primera clase graduanda del Programa de Estudios Universitarios para Personas Confinadas de la UPR-RP.
En el anfiteatro, familiares y docentes les esperaban entre aplausos. La historia de cada uno y las razones que les llevaron a la cárcel variaban, pero, esa mañana, el fin era el mismo: reconocer el esfuerzo tras ocho años de estudios de un bachillerato en Artes con concentración en Estudios Generales.
La clase graduanda 2022 está compuesta por ocho hombres y cuatro mujeres: Camilo J. Arango Latorre, Coraly Campos Rodríguez, Ilka Cruz Rosario, Verónica Jiménez Nevárez, Juan Negrón Ayala, Miguel Nieves Domínguez, Raúl Reyes Chalas, Christopher Reyes Pérez, Javier Rodríguez Rodríguez, Jedery F. Santana Durán, Javier Santos García y Omayra Torres Sánchez.
El camino para la creación del programa en colaboración con el Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR) no fue fácil. El ahora presidente de la UPR, Luis A. Ferrao Delgado, detalló que los acercamientos iniciales por parte del exprofesor, historiador y sacerdote Fernando Picó, en 1990, se encontraron con un rechazo rotundo por parte de la administración del DCR en aquel entonces.
El anhelo del Dr. Picó de que las personas confinadas tuvieran acceso a la educación superior se hizo posible cuando, en 2014, se inició el programa, permitiendo que los doce alumnos de diversas edades obtuvieran su grado, ahora, en 2022.
“Con la paciencia jesuita que lo caracterizaba, [Fernando Picó] le explicó al secretario su idea de llevar los estudios universitarios a las prisiones. Después de escucharlo por 15 minutos, el distinguido y susodicho secretario le respondió de la manera más lacónica y tajante que se puede responder: ‘Muchas gracias, pero no se puede’… Ustedes han demostrado que, con amor, entrega y compromiso, el sueño de Fernando Picó sí se pudo”, dijo Ferrao Delgado a los graduandos y aprovechó la ocasión para anunciar que la UPR trabajará con la retención escolar desde noveno grado bajo el programa Adelanta, con el cual se permite que estudiantes de escuela superior obtengan créditos universitarios mientras cursan su grado escolar.
Retos de estudiar tras las rejas
Una vez superada la dificultad de implementar el programa en las cárceles de máxima seguridad, comenzó el reto de realizar un bachillerato desde el confinamiento. La coordinadora del Programa de Estudios para Confinados, la profesora Edna Benítez Laboy, lo describió por medio de una comparación que desmentía el mito de que los confinados tienen tiempo para perder.
“Después de haber ido a las instituciones o de haber ido a la universidad, uno sabe que estudiar no es solo cuestión de tener tiempo. Yo tengo una analogía, no sé si sea muy justa, pero es la que me vino a la cabeza. Es como pensar que usted va a hacer una tesina en un escenario de guerra en el cuarto o el baño de su casa. Así de fuerte y de duro fue el proceso para estos estudiantes. Así de duro y de oneroso es el proceso de estudiar en una institución penal. Por eso, su logro es valioso; valioso porque vale, y valioso porque es valiente”, subrayó Benítez Laboy.
La obtención del grado no fue fácil. Christopher Reyes Pérez comenzaba sus estudios universitarios cuando su sentencia de 45 años le obligó a suspender sus planes. Para el joven de Hatillo, la oportunidad de obtener un bachillerato desde el confinamiento implicó, en sus palabras, “el comienzo de muchas cosas”.
Cuando recibió su certificado, se fundió en un abrazo con su madre mientras ella lloraba. De acuerdo con el joven de 30 años, las palabras no bastaron para describir el momento entre él y su madre, pues asegura que ella ha estado a su lado a lo largo de todo su proceso.
“Acudo a lo inefable… La Odisea se queda corta con todo lo que tuvimos que pasar”, expresó Reyes Pérez, mientras hacía alusión al poema épico de Homero donde las dificultades para el protagonista sobran. No obstante, el joven, que adjudica al atrevimiento la consecuencia de estar en la cárcel, esta vez, vestía su toga y birrete con el sueño de realizar una maestría en ingeniería de software. De ahí que afirmara su compromiso de continuar sus estudios y de extender el legado de Picó.
El camino al bachillerato tampoco fue fácil para Ilka Cruz Rosario quien, en su entrevista inicial para aplicar al programa, variaba entre el idioma español y el inglés, y aseguraba que se expresaba mejor en el segundo. Aunque esa variación entre los idiomas tuvo como consecuencia, según ella, discrimen durante sus años escolares en Estados Unidos y en Puerto Rico, aseguró que encontró su voz por medio de su bachillerato y su concentración menor en el Programa de Estudios de Mujer y Género, grado menor con el que las cuatro mujeres graduandas complementaron su estudios.
“Mi familia, mi gran familia de la Universidad de Puerto Rico recinto de Río Piedras, me dio la bienvenida a un mundo sin jerarquías, nunca me señalaron, nunca me prejuiciaron (sic), nunca me dijeron que era disparatera o que no sabía hablar. Me aceptaron tal y como soy”, resaltó la madre de tres a quien los estudios también le sirvieron, según dijo, para liberarse y sanar.
El reconocimiento a los graduandos, de igual forma, sirvió de foro para que Juan Negrón Ayala, uno de los pertenecientes a la clase graduanda 2022 de personas confinadas, expresara la necesidad de que a los confinados se les recuerde por sus logros en lugar de sus errores y se fomente la educación por encima de la violencia como alternativas para mejorar la situación del país.
“Actividades como la presente ponen en relieve los retos que, ante el encierro de la cárcel, enfrenta nuestro país. Por eso, les sugiero que, cuando estén en la paz de sus hogares, traten de contestarse estas tres preguntas: ¿Es la cárcel la única alternativa para la conducta delictiva? ¿Puede ser la educación una alternativa al encierro? Qué puede garantizar nuestro futuro como país, ¿la cárcel o la educación?… Como sociedad no tenemos muchas opciones para escoger. Nuestra opción está entre la libertad o el encierro, entre la educación o el castigo”, sostuvo Negrón Ayala.
El programa bajo el cual se graduaron estos 12 confinados forma parte de una colaboración entre la UPR-RP y el DCR que se ha renovado en tres ocasiones y está vigente hasta el 2024. Actualmente, cuenta con una matrícula de 10 hombres en el Anexo 292 de Bayamón y 11 mujeres del Complejo de Rehabilitación para Mujeres.
Durante la actividad, hubo tres intervenciones musicales. La primera estuvo a cargo de María Gisela Rosado y Ramón Rosario, quienes interpretaron “Creceremos”, una canción de la autoría de Amaury Pérez. Con guitarra en mano, la joven Estefanía Pizzi, conocida artísticamente como Fana, estuvo a cargo de la segunda intervención musical donde interpretó “La oruguita” y “Soy una nueva mujer”. Finalmente, el Conjunto Camará finalizó la actividad con “Dime por qué” de Ismael Miranda y “La Banda” de Héctor Lavoe y Willie Colón, dos salsas que llenaron de entusiasmo a los graduandos.
Al finalizar la actividad, los graduandos concedieron entrevistas a integrantes de la prensa para, luego, regresar a su rutina, algunos de ellos, con la esperanza de que una maestría les aguarde próximamente.