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Todo el universo en dos sillas y un cajón

Por Mario Alegre Barrios
Oficina de Comunicaciones

Fruto de una pasión creadora que se comenzó a gestar desde su infancia en Guayama y que ha tenido en las artes escénicas su espacio de vida, el profesor, dramaturgo, actor y director Edgar García Rivera presenta su libro sobre técnicas de actuación “Dos sillas y un cajón: el actor y la imaginación relativa”, en una actividad que se llevará a cabo mañana jueves 14 de noviembre a las 10:30 a.m. en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico.

Será como un regreso a casa: Edgar fue durante varios años el director ejecutivo de esta emblemática sala para las artes y la academia y con esta publicación ofrece una suma ágil y amena de sus experiencias acumuladas a través de su longeva trayectoria en los escenarios, a contrapunto con su gestión académica como docente universitario.

Egresado de la Escuela de Cine, Teatro y Televisión de UCLA (Universidad de California, Los Ángeles), Edgar comenzó su carrera de producción en “Great Performances Drama” para PBS, en Nueva York, mientras trabajaba como actor entre esa ciudad y Puerto Rico.  Algunas obras que ha dirigido son: “Actrices”, “Evita”, “Into the Woods”, “Man of la Mancha”, “Terror y Miserias del Tercer Milenio”, “Casa ajena”, “Gente-Frication y “La verdadera historia de Pedro Navaja”.

—¿Qué querías ser de niño? ¿Cómo esa niñez te definió? ¿Qué querías ser cuando crecieras?

—Bueno, nací y me crie en el pueblo de Guayama. Mi meta en la infancia era ser biólogo marino. Vivía al lado del mar y mi papá era periodista y escritor y maestro y mi mamá era una ama de casa que terminó el cuarto año conmigo. Leímos el Quijote juntos en el grado once. Ella de noche y yo de día.

—¿Qué pasó que abandonaste el sueño de ser biólogo?

—Hice drama desde primer grado —explica—. Mi papá, era un gran “memorizador”, me daba textos de suyos y de otros poetas. A mi abuela le decían “La Negra de la Ashford” y ella recitaba poesía negra en su balcón, en la calle Ashford, en Guayama. Y era parte de la familia esa tradición. Entonces mi papá vio que yo tenía una habilidad para memorizar textos desde que era muy niñito, cuatro años. Y entonces pues me llevaban a sitios a recitar y todo eso. Mi primera memoria teatral es recitando en la obra de primer grado. Tenía cinco años. Y luego de ahí, pues no paré nunca. Mi papá me decía, tienes que pensar en algo más grande que este texto. Tienes que pensar por qué lo estás diciendo. Esa es mi primera memoria. Y de ahí seguí.  La biología siempre me interesó. Yo soy un artista nerd. Me gusta mucho la matemática y la ciencia. Mucho la física también.

Edgar también fue músico desde primer grado, tocó prácticamente todos los instrumentos. En 1986 se fue a estudiar a Estados Unidos a pesar de que lo habían aceptado en el Departamento de Drama de la IUPI.

—Ese año hubo un funeral en el que enterraron al Departamento de Drama por la crisis que hubo ese año —recuerda—. Mi hermana, que ya estaba trabajando para el Navy en Washington DC, se fue de la UPR de Mayagüez allá. Me dijo, “vente para acá a probar y entras en la ciencia y te olvidas del teatro”. Y me fui para la Universidad de Maryland y allí con una amiga fui a una audición. Conocí al director y le dije uno de los monólogos que tenía bajo la manga. Me puso en la obra y me dijo, “tú tienes que quedarte en drama” y me empezó a buscar becas y ayuda para el drama. Y le escondí a mi familia que estuve en drama por dos años. Y luego se los confesé y me dijeron, “buena suerte, vas a ser pobre”. Pero está bien.

Edgar regresó en Puerto Rico y en la IUPI fue “adoptado” por Dean Zayas, Idalia Pérez Garay y Flavia Lugo.

—Todo el mundo me ayudó a volver a la UPR. Ya yo tenía mi bachillerato, pero me matriculé en drama, como quiera —recuerda—. Acá yo nunca supe cómo fue, pero terminé cogiendo clases con esos grandes maestros aquí. Y ya no paré de trabajar en televisión y en teatro.

—¿La dirección escénica es en ti una consecuencia lógica de tu largo camino en la actuación?

—Sí, sin duda… Pienso que la actuación te da el núcleo para tú entender el universo que estás creando desde un punto de vista medular. Eres la mitocondria de esa presentación que emana energía. Entonces, si tú entiendes eso de afuera, tú puedes ver esa energía y adaptarla a contar esa historia y moverla hacia algo efectivo para el público.

—¿Cuál fue ese parteaguas que, de actor, te llevó a la  dirección?

—Fue “La Casa sin Reloj”, de René Marqués, en décimo grado —dice sin dudar—. Fue un texto que me atrajo mucho y mi papá me dijo que estaba muy bien y que le gustaba. Y hablamos con la Asociación de Maestros de Puerto Rico y nos dejaron hacer la obra. Tenía yo  14 o 15 años. Nos pagaron con carne frita y tostones y tuvimos una ovación de pie y yo dije, “yo creo que yo puedo montar cosas”.

Desde hace 18 años Edgar es profesor en el Departamento de Drama y actualmente es el coescritor de la serie “Casi-Casi Familia”, que se transmite por WIPRTV y RTVD (República Dominicana).

—Esta es una colaboración que vino de Presidencia y me nombraron a mí en WIPR y la UPR como representante de esa colaboración televisiva para revivir la serie puertorriqueña, la serie episódica, con una comedia y drama que se llama a “Casi-Casi Familia” , con temas alternativos —explica—. Yo lo que les dije es que no quería que se copiara nada, que experimentáramos, que fuéramos bastante libres en los temas, sin ninguna estructura absolutamente estricta, a fuego lento, que no fuera una dramaturgia forzada o arcaica, y nos dijeron que sí, entonces hicimos audiciones, cogimos la mitad del elenco con jóvenes del Departamento de Drama y con  artistas ya de mucha experiencia. La escribimos Miguel Rodríguez Casellas, Jorge Pérez Renta y yo.

La serie trata de una familia que vive en el viejo San Juan, con un papá que no quiere dejar a su hija atrás, aunque ha elegido una preferencia sexual distinta a la que tuvo por 25 años.

—Esto es algo Es muy común, estamos hablando de la realidad —asevera Edgar—.

Edgar fue director y productor de la obra “Terror y miserias del Tercer Milenio”, en el Festival de Teatro Universitario de Santiago de Compostela, en España. Asimismo, hizo el filme “La Ráfaga”, como secuela de los azotes de los huracanes Irma y María en 2017. Se estrenó en 2020 y se presentó en diversos festivales de cine en el mundo, lo que representó para Edgar el premio al Mejor Actor en Salt House Creative International Film Festival en Australia. La producción se alzó también con dos galardones como Mejor Cortometraje LGBTQ en el Canadian Cinematography Awards en Canadá, y en el White Unicorn International Film Festival en India. Allí también ganó Best Drama en el Best Global Shorts. Del mismo modo fue Finalist Best LGBTQ en Festival de Cine de Florencia, Italia, así como en los festivales de Nueva York, Venice (Los Angeles, California), en el Raimbow Cinema Awards de la Gran Urbe y el European Cinematography Awards celebrado en Holanda.

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