
Estudiantes superdotadas hacen historia en la Escuela de Derecho de la UPR
Por Daniel Rivera Vargas
Publicación de Microjuris
Foto Héctor A. Suárez De Jesús
Cuando Alejandra Torres Soliván, criada entre Comerío y Cayey, comenzó a estudiar derecho solo tenía 19 años. Amaya Reyes Rodríguez, natural de Salinas, solamente tenía 18.
Las jóvenes que, según la decana de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, Vivian Neptune, podrían ser las más jóvenes estudiantes de derecho en la historia de esta institución serán parte de la clase que se gradúa el próximo 26 de junio, y ya ponen sus miras en enfrentar la dura reválida que se asoma en septiembre.
Ambas tuvieron la oportunidad de ser admitidas tempranamente en diversos recintos de la UPR a nivel de bachillerato luego de que se les hicieran estudios psicométricos que apuntaban que se trataba de estudiantes superdotadas.
Torres Soliván, de 22 años, contó que entró a la UPR de Río Piedras a los 15 años, completando un bachillerato en estudios pre jurídicos de la Facultad de Humanidades, y luego continuó sus estudios graduados en Derecho. Proviene de la escuela superior de la Escuela Especializada de Bellas Artes de Cayey, por lo que toda su vida ha sido estudiante del sistema público de enseñanza.
«La vida y experiencias personales me llevaron a la escuela de Derecho y con el apoyo de personas muy valiosas comencé mis estudios», contó la hija de Janice Solivan Roig y Wilson Torres Rosario.
Aunque era superdotada, Derecho no fue fácil, dijo entrever la joven al contar que por primera vez en su vida estudiantil tuvo que estudiar para salir bien.
“La realidad es que no tenía hábitos de estudio antes de entrar a la escuela (de Derecho)”, dijo Torres Soliván. “En el bachillerato nunca estudiaba, y yo llegué un poco desorientada a la escuela, yo no sabía nada de derecho, no tengo familiares que sean abogados”.
El 44% de los integrantes de esta clase graduanda compuesta por 140 estudiantes de Derecho de la UPR son primera generación de abogados, dijo la decana Neptune, presente en la entrevista de Microjuris.
Otra clave fue el profesorado, contó la joven. «Cuando tuve mi primera clase con José Julián Álvarez fue como aterrizar de golpe. Estoy bien agradecida con ese profesor. Rompió ese muro entre lo que pasa afuera y la Escuela de Derecho, fue mi primer acercamiento al derecho y lo encontré mágico», dijo.
Y el apoyo administrativo, como fue el que le dio la Directora de Comunicaciones y Exalumnos, Amarilys Ortiz. «A mí me salvó la vida desde el primer día, yo estaba un poquito desorientada y asustada cuando salí ese primer día del L-1 y ella (Ortiz) se me acercó», narró.
Al enumerar tres experiencias cruciales, nuevamente habló de la clase de ‘torts’ (responsabilidad extracontractual) del profesor Álvarez, de los dos programas de invierno que tomó, uno en Canadá y otro en Harvard, y el intercambio que hizo en la Universidad Carlos III de Madrid.
Además, Torres Soliván dio mucho crédito a la comunidad de estudiantes con las que se unió, personas como ellas enfocadas en el estudio. Añadió que, según ella, la clave fue hacer un balance entre “disciplina” y “paz mental”.
“Desde un inicio sabía que el objetivo en la Escuela no era terminar con 4 punto cero. A los estudiantes superdotados hay una expectativa muy alta con el desempeño que quieren tener, desde el principio decidí que quería mantener mi calma, mi paz, pero no quería ponerme una presión exorbitante”, dijo la joven.
Torres Soliván añadió que hace falta que los abogados tengan compromiso social, y que el derecho es la mejor herramienta para construir el país.
“Es una decisión muy personal estudiar derecho, tienes que tener las motivaciones adecuadas”, sostuvo.
Amaya Reyes Rodríguez
Por su parte, Reyes Rodríguez hoy día tiene 21 años, pero tenía 17 cuando la admitieron a la Escuela y entró al bachillerato de inglés de la UPR de Cayey cuando tenía tan solo 12.
“Bueno, no sabía que íbamos a ser las más jóvenes (en entrar a la Escuela de Derecho), pero ahora al escuchar eso, me siento sorprendida, no sabía que era algo tan fuera de lo normal, y ojalá sea menos extraño escuchar historias como esta”, dijo la joven, quien lamentó la escasez de fondos que tiene el programa del Instituto de Estudiantes Dotados del Departamento de Educación.
Su capacidad intelectual era evidente desde temprano, leyendo todos los libros de las bibliotecas en su camino, y en su hogar comenzaron a considerar la opción de que la evaluaran para determinar si debía avanzar grados. “Mi mamá (Mayra Rodríguez Mateo) estaba bien preocupada”, contó, por la idea de que pudiera estar “brincando etapas”.
Luego, Reyes Rodríguez dijo que en ese proceso de decidir su destino profesional consideró las artes, pero recordó como había personas que le recomendaban que se fuera por las matemáticas o por las ciencias. La pieza clave para encaminarse al derecho fue su gusto por la literatura – le gustaba escribir ensayos y no ficción- y las conversaciones con su papá, el licenciado Ángel Reyes. “Debatíamos tanto en la pandemia”, dijo. Otro elemento fue su apego a los temas sociales y de actualidad, ya sea consumiendo noticias o reclamando lo que entendía era lo correcto. “Mi pasión era el activismo. Yo hacía mucho en Cayey”, destacó.
Una vez admitida en Derecho, Reyes Rodríguez contó con un grupo de amistades muy nutrido de estudiantes del programa nocturno, por lo que sus experiencias de vida incluyen estar casados y tener trabajos por el día.
“A veces son como papás de uno y le preguntaban, ‘¿estás bien?, ¿comiste?’”, relató con afecto.
Esta estudiante superdotada quedó muy a gusto con el estudio del derecho, donde finalmente encontró una forma de estudio que no era “de forma pasiva”.
“Lo más que me impresionó fue la calidad de la educación. Es una educación que se basa en pensamiento crítico”, añadió. “En la Escuela de Derecho fue cuando de verdad me puse las pilas y me puse a estudiar”, señaló.
En el caminar por la escuela de derecho, lo más que le ha entusiasmado es el tema de los derechos civiles. La decana llamó la atención ya que ganó un premio como líder de la próxima generación de la American Constitution Society, grupo en el que participan los programas de Derecho más prestigiosos de Estados Unidos.
“Siento que hay un mito de que el derecho es imposible. Uno empieza a estudiar derecho y todo el mundo reacciona con un ‘cómo tu puedes’, pero no es imposible. Le tienes que dedicar tiempo y dedicación, y sobre todo perseverancia. A los jóvenes, no pienses en lo imposible y lo posible mientras menos lo pienses mejor te vas… Muchas personas van a decirte eso es bien difícil, yo no sé cómo puedes, y a veces uno lo internaliza, lo mejor es ignorar eso y concentrarte en la meta”, sostuvo.
Por su parte, la decana Neptune dijo que sorprende la edad de estas jóvenes, pero resaltó como ambas “llegan y brillan”. “Son estudiantes muy humildes, no son pretenciosos para nada”, comentó.
Añadió que la edad no debe ser vista como un factor para estudiar Derecho y que tienen programas que buscan acercar la escuela de Derecho a jóvenes de hasta escuela superior. “Me encanta que esta nueva generación esté derrumbando esos mitos”, dijo Neptune.
Contó que han tenido estudiantes de hasta 80 años graduándose. “Nunca es ni muy temprano ni muy tarde para estudiar Derecho”, añadió.
