
«Nunca es tarde»: el viaje de Zoraida Rosaly, una chofer escolar que logósu bachillerato en la UPR
Por Adriana Díaz Tirado
Publicación en El Nuevo Día
Todas las mañanas, luego de buscar a alumnos de Educación Especial para llevarlos a sus respectivos planteles en Bayamón, Zoraida Rosaly Cruz, de 61 años, conducía la guagua escolar hasta el recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR) para llegar temprano a su primera clase del día.
“Muchas veces, les explicaba a los niños que estaba estudiando. Me preguntaban: ‘¿Misi, pero tú no estás grande para eso?’. Y les decía: ‘Si tú tienes un sueño, nunca es tarde’. A veces, me oían murmurando y me preguntaban. Era que estaba repitiendo cosas para un examen”, narró la jerezana, que [el pasado} jueves se [graduó de bachillerato en Administración de Empresas con concentración en Gerencia de Oficina.
“Cuando los buscaba (a la escuela) por la tarde, (los niños) me preguntaban cómo me había ido en el examen. No quería defraudarlos. Saber que ellos, por la tarde, venían a preguntarme… eso me ayudaba a seguir enfrentándome a todo esto”, dijo a El Nuevo Día, desde el salón de conferencias de la Facultad de Administración de Empresas.
Contó, de paso, que llegó tarde a su primer día de clases de bachillerato, pues debía levantarse en la madrugada para la ruta escolar a Bayamón y, luego, regresar a su casa, en Toa Baja, para buscar su vehículo y conducir hasta el recinto.
A raíz de los inconvenientes, habló con su supervisora, quien le permitió llevarse la guagua escolar hasta el estacionamiento del campus universitario para llegar a tiempo a sus cursos.
“La estacionaba en el ROTC (Reserve Officers’ Training Corps, por la avenida Barbosa), y venía caminando. Transporte Sonnell fue parte importante en todo esto”, afirmó.
Zoraida se crió en Río Piedras y es la menor de siete hermanos. Su mamá era cocinera en una clínica, y siempre estudió en escuelas públicas.“Fue difícil todo ese tiempo. En casa, no había ni luz ni agua para aquel tiempo. Teníamos un par de zapatos para la escuela y otro para salir”, recordó.
Cuando estudiaba en la escuela Juan Ponce de León, por ejemplo, tomó clases de Comercio y comenzó a trabajar en las tardes como secretaria. Luego, laboró por unos 10 años en la Administración de Reglamentos y Permisos, como se llamaba entonces. En 1996, migró con sus hijos a Boston, capital de Massachusetts. Más de dos décadas después, volvió a Puerto Rico en busca de cumplir un sueño.
A principios de enero de 2019, su hermana le comentó del Programa de Educación Continua para Adultos (PECA). Esta iniciativa transicionó al proceso de “Admisión No Tradicional”, en el que la UPR facilita el acceso a los estudios universitarios a diferentes poblaciones. En julio de ese año, inició los cursos nocturnos en la UPR en Río Piedras, en el programa que le brindó tutorías y acompañamiento para adquirir hábitos y una mentalidad universitaria.
“Tú llegas con la mente en blanco. Estás empezando de nuevo. Al principio, fue difícil; es por eso que fue ahí la primera caída que tuve. Le dije al profesor (Carlos Sánchez Zambrana) que me habían enviado una carta (diciéndome) que tenía que cubrir los gastos (de matrícula), y él me dirigió a Asistencia Económica. Sometí otra solicitud y me becaron”, compartió, al recalcar que el decano de la Facultad de Estudios Generales fue un “verdadero mentor”.
“No te quites”
Cuando Zoraida les expresó a sus cuatro hijos que quería estudiar, uno de ellos le dijo: “Ma’, tú dejaste todo como en pausa. Dale ‘play’ y no te quites’”.
“Ellos mismos (los hijos) me dicen a mí que eso lo vamos a usar para enseñárselo a nuestros hijos: ‘Mira, su abuelita, a los 61 años, logró su bachillerato Magna Cum Laude de la Universidad de Puerto Rico, que no es cáscara de coco’”, destacó entre carcajadas.
A lo largo de dos años, tomó cursos generales como Inglés, Español, Matemáticas y Ciencias Sociales bajo el PECA, destacándose por pasar las clases con “todas A”.
“Para entrar a la Facultad de Administración de Empresas, tenías que tener un promedio de 3.50 o más. Cuando estaba en Generales, pensaba que tenía que mantener el promedio para ser aceptada”, resaltó.
Subrayó que su clase más “retante” –pero su favorita– fue Introducción a las Tecnologías, con la profesora Mariluz Serrano. “Aprendí a hacer una página web, usar Canva, usar Excel, hacer PowerPoint… No sabes todo lo que yo me llevé de ese curso y la paciencia que tuvo esa profesora conmigo. Sentada conmigo, me decía punto por punto”, contó.
“Hemos logrado muchas historias de éxito. Como parte de los requisitos, (el alumno) tiene que hacer una práctica, y adivina dónde (Zoraida) está haciéndola… en el Departamento de Inglés, en la Facultad de Generales. Es como un círculo feliz. Ahí empezó y ahí tiene evaluaciones de excelencia”, comentó, por su parte, Sánchez Zambrana, quien muy orgulloso ha aplaudido todos los logros de su alumna.
En la misma línea, el decano de la Facultad de Administración de Empresas, Rafael Marrero Díaz, destacó que “ella representa esa muestra de un éxito que inspira a generaciones, que abre esa puerta para decir: ‘Nunca es tarde para aprender’“. ”Demuestra ese esfuerzo y perseverancia que tanto hace falta en la gente”, declaró.
Al revelar que, luego de la entrevista con El Nuevo Día, culminaría su capítulo en Transporte Sonnell para escribir más páginas de historia, Zoraida señaló que dedica este logro a esa joven que no pudo estudiar su bachillerato hace más de 40 años.
La abuela de ocho pequeños también culminará el sábado su contrato como asistente de profesor en la Facultad de Estudios Generales, y ya actualizó su resumé para agregar su grado universitario y enviarlo a diferentes oficinas del recinto, en el que desea seguir apoyando a la comunidad universitaria.
“En los momentos que atraviesa la UPR, a veces la gente no comprende todo el alcance y todo lo que hace. Estas historias inspiradoras y de éxito son para recordar que la Universidad de Puerto Rico sigue siendo el pilar que sigue luchando por cambiar la vida de muchas personas”, anotó Marrero Díaz.