
Mirada experta a la cobertura policiaca en la Isla
Por Coral N. Negrón Almodóvar/ @coral_negron
Linda Hernández, quien fungió como directora de noticias de Teleonce (ahora Univisión Puerto Rico) durante dos décadas, decidió no ver el video publicado hace unas semanas donde aparece el abogado Fermín L. Arraiza trasladando el cuerpo ensangrentado de su esposa, la fiscal asesinada Francelis Ortiz Pagán, a una patrulla de la Policía.
“Uno decide qué ver y, como no sabía qué contenía el video, tomé la decisión como ciudadana de no verlo”, respondió a una interrogante de un miembro del público durante el conversatorio “El 10-4 de una nueva cobertura policiaca”, efectuado ayer en la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPR-RP).
Hernández defendió su posición indicando que hay una intimidad del seno familiar que no debe ser pública porque, en cierta medida, no aporta a la investigación del crimen, sino que re-victimiza a seres humanos atravesando por situaciones difíciles.
Su postura fue apoyada por la moderadora del panel Mari Mari Narváez, periodista y colaboradora de la organización Espacios Abiertos, quien recalcó que no hay que esperar a que vengan entidades federales a fiscalizar cómo se maneja la información en Puerto Rico o cómo la Policía ejerce sus funciones, sino que todo ciudadano es capaz de realizar esa labor con sensatez.
William Ramírez, abogado y director ejecutivo del capítulo local de la Unión Americana de Libertades Civiles, mencionó que esto solo se logra mediante el pleno conocimiento de los derechos fundamentales de los individuos. Es por ello que alentó a los periodistas en formación y a los que ya ejercen la profesión a “asumir su rol de educador social y comunitario”. “Esto conlleva informar los eventos con profundidad y lujo de detalles”, indicó recalcando que el derecho a la libertad de prensa no es uno absoluto.
“Lo que sí es indiscutible es el derecho del pueblo a ser informado. La prensa es el vehículo para ello, pero no se pueden olvidar las limitaciones autoimpuestas por la ética de la profesión”, añadió haciendo referencia a la Ley de Libelo y Calumnia, entre otras.
Para ejemplificar una instancia en la que este grupo de panelistas estuvo de acuerdo en que se violaron los derechos de los ciudadanos, Hernández mostró la cobertura de la Huelga Telefónica de 1998. En el video se mostró a la Policía agrediendo con sus macanas a los manifestantes, e incluso arrastrando a un hombre con su rostro ensangrentado por la calle.
La veterana de los medios de comunicación señaló que, al reflexionar sobre su carrera, el haber repetido continuamente ese video en Teleonce es “uno de los dolores más grandes” que carga. A su entender, más que informar, el video hizo daño por su contenido. Al mismo tiempo, usó de referencia el libro “Feeding the Beast”, de Tim Gordon y Monty Orrick, para demostrar cómo el hambre de “rating” lleva a los directores de radio y televisión a actuar conforme a la voraz competencia.
“En ese entonces, luego de varias reclamaciones de los televidentes, reconocimos como equipo que se nos había ido la mano en la cobertura policiaca. Por nada del mundo queríamos llevar un producto que no tuviera calidad y perjudicara nuestra labor periodística e investigación, sobre todo la responsabilidad que como equipo teníamos con el País…habíamos permitido que la bestia se apoderara de nosotros y era el momento de mejorar”, manifestó. Hernández dijo que posteriormente el equipo tuvo pláticas con la psicóloga Mercedes Rodríguez y tomó charlas de cómo manejar coberturas similares.
Ese remedio fue el que los panelistas sugirieron retomar en el presente. Sin embargo, remacharon que no solo se trataba de los periodistas y los fotoperiodistas, sino que los dueños de empresas mediáticas también deben erradicar “la irresponsabilidad y el descuido que muchas veces vemos en la cobertura policiaca”.
Ojo al texto, ojo al audiovisual
Según Hernández, no solo un video puede arremeter contra los derechos de un ciudadano. Un titular como “la mató por amor” cumple con la misma violación, aludió.
Para complementar esa discusión, el periodista y escritor Francisco Velázquez narró la evolución de los términos que se utilizan cuando se cubre un crimen de violencia de género. El autor de “El último asalto de Zurdo Galíndez” contó que la cobertura de 1970 incluía epítetos como “chilla, amante, concubina, solterón”. Sin embargo, al presente reconoce que han resumido todo a “compañero/a sentimental”.
“Ahora tiende a ser más pulcro…pero la verdad es que aquí siempre ha habido un periódico de escándalo. Hace 20 años que en la Isla no hay un periódico de sucesos…el periódico es un reflejo del público lector y le da al público lector lo que quiere”, pronunció.
Por otra parte, Velázquez relató sucesos de brutalidad policiaca y corrupción en décadas pasadas.
“Yo recuerdo haber llegado a El Vocero (medio para el que laboró) y ver un policía con un hombre esposado dando vueltas bajando y subiendo la calle. Estaba esperando que llegara un fotógrafo para que lo retratara. También me recuerdo cuando el escándalo de Alejo Maldonado, agente de la División de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC). Cuando lo arrestan yo estoy escribiendo la noticia y me percato que el Superintendente está detrás de mí. Ya había escrito “el comandante de la División de Homicidios de Humacao…” y él me dijo que preferiría que yo no usase ese rango, que escribiera agente. Justo después vi que se metió a la oficina del director…siempre había esa cooperación entre la Policía y el medio”.
El conversatorio “El 10-4 de una nueva cobertura policiaca” se llevó a cabo gracias a la iniciativa del director del Programa Interdisciplinario de la Facultad de Humanidades, Dr. Mario Roche; el director de la Escuela de Comunicación, Dr. Jorge Santiago Pintor; y la directora asociada de la Escuela de Comunicación, Nora Soto.
Fotos: Dania García Lebrón
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