
Voz por un Caribe unificado
Por Coral N. Negrón Almodóvar / @coral_negron
Murallas, paredes, división e indiferencia. Un universo del lado de un muro, otro mundo del otro. Sucedió con el muro de Berlín. Sucede entre México y Estados Unidos; Israel y Palestina; Sahara occidental; Chipre; las dos Coreas; entre otras naciones.
Los espacios que se nutren de más de una cultura, raza o etnia, parecieran ser vulnerables a este remachar de sus fronteras. Como lo explica el académico Michael Ignatieff en su texto “El Honor del Guerrero”, la idea no radica “en el deseo de mandar en su casa, sino en creer que allí sólo merece vivir su propia gente”.
Sin embargo, no se precisa la existencia de un cercado para fragmentar y quebrantar territorios con una historia colonial análoga. Muestra de ello es el Caribe, expresó el autor y profesor san vicentino H. Nigel Thomas, orador invitado a la sexta conferencia graduada del Departamento de Inglés, de la Facultad de Humanidades, “Caribbean Without Borders: Releasing Ever-Changing Cultures”, efectuada en la Librería Mágica de Río Piedras el 6 de abril.
A su entender, desde el desvanecimiento de la Federación del Caribe Angloparlante, en la década de 1960, las Antillas han profundizado sus fronteras. Contó que, por encima de otros causantes, esto es producto de élites caribeñas que percibían (o perciben) su individualidad como triunfo en el mercado mundial.
“Donde no hay visión, perece la gente”, puntualizó Thomas, quien argumentó que las cinco microeconomías resultantes de la desintegración del Caribe británico no son capaces del autodesarrollo. “Ninguna de ellas tiene el producto interno bruto para desarrollar proyectos innovadores que multipliquen el empleo”, sostuvo.
El renombrado escritor explicó que en su isla natal no se ha podido finalizar la construcción de un aeropuerto por la insuficiencia de fondos; lo que se traduce, desde su perspectiva, a que “tanto San Vicente, como las islas aledañas, estamos reducidas a ser naciones que mendigan”.
Con voz firme y mirada fija en los espectadores –estudiantes, profesores y personas de la comunidad riopiedrense–, Thomas mencionó que mientras el gobierno isleño dedica todo su esfuerzo al proyecto del aeropuerto, “los hospitales están al nivel que la gente tiene que llevar sus propias sábanas”.
“Cuando tenemos grandes proyectos, tenemos que ir a suplicar a otros países, aunque la autoridad estatal supone que somos naciones independientes”, indicó. Seguidamente, criticó las acciones del ex primer ministro de Jamaica, Alexander Bustamante, quien “atacó la Federación para adquirir poder”.
Thomas manifestó que con el lema “la gente solo quiere pan”, el político convenció a los jamaiquinos de los beneficios de la independencia, obviando los resultados a largo plazo y empequeñeciendo lo fructífero de unir pequeñas economías industriales, agrarias y petroleras. “Pienso en el poema ‘The Mending Wall’, de Robert Frost. Antes de marcar fronteras se debe reflexionar en lo que se está excluyendo, en si realmente se quiere ignorar a ese vecino”, dijo.
No obstante, más que apuntar a los líderes caribeños, el conferenciante expuso los conflictos de raza, discrimen y religión en la zona. Y es que, en San Vicente, el poder de la Iglesia es vasto y el ataque a la diversidad también. Por ello, consideró que el caso de Caleb Orozco en contra del Estado san vicentino, radicado en el 2010, no ha recibido veredicto final. El mismo exige paridad entre los derechos del heterosexual y el homosexual y denuncia la sección 53 del Código Penal, que “condena las relaciones sexuales en desacuerdo con la naturaleza”.
Thomas expresó que la Corte de Justicia Criminal Caribeña, establecida a principios de la pasada década, demuestra los vestigios coloniales negándose a atender casos sobre la violación de derechos humanos individuales.
Fragmentación en el Caribe contemporáneo
Otro asunto que, según Thomas, reitera el fraccionamiento caribeño, es que la institución de las Comunidades Caribeñas (CARICOM), no favorece la integración regional.
Como carencia de esa alianza, enunció, la creación del acuerdo de mercado único, firmado en 2006, no abogó por el libre movimiento de personas entre islas.
“Hace tres años estaba de visita en un valle que se llama Fancy, ubicado al extremo norte de San Vicente. Miraba los volcanes Pitons de Santa Lucía y se veían como a una milla, pero en realidad la distancia son 21 millas. Un hombre vino y me dijo: ‘te gustaría nadarlo’. Lo miré escépticamente. Me dijo: ‘hombre, yo nado eso todo el tiempo’. Luego se volteó y tenía los ojos llenos de lágrimas. Contó que su ex esposa y sus hijas vivían en esa Isla y no las veía hace tres años. ‘¿Dónde un hombre como yo va a encontrar los 800 dólares para llegar a verlas?’, se preguntó a sí mismo”, expuso con aparente angustia.
Thomas, radicado en Canadá desde 1968, a donde llegó en busca de explorar otros horizontes y recibir una educación universitaria laica y plena, está certero de que la literatura y la música son lo único que ha fomentado la unidad caribeña, aunque lamentó la falta de traductores.
Fue el profesor del Recinto de Río Piedras, Dannabang Kuwabong, quien presentó a Thomas, su amigo desde 1995. “Estuvimos más de ocho años planificando este encuentro”, exclamó Kuwabong.
Fotos: Gustavo Ramos
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