
Jugando en serio según Jacobo Morales
Por Tania G. Díaz Camacho
Frente a un cuerpo de estudiantes, profesores y entusiastas del cine, en el anfiteatro 1 de la Facultad de Generales del recinto riopedrense, el Dr. Jacobo Morales dió cátedra sobre la importancia de la veracidad c en su primera clase magistral.
“El artista no se gradúa jamás” así dió inicio Morales a un recuento de experiencias en su vida artística, y es que para el cineasta autor el ejercicio de aprender nunca termina.
Proyectar autenticidades es lo que hace que se logre exhibir una pieza cinemática en un plano internacional, aprendió Morales mientras presentaba “Dios los cría” en el Festival de Cannes en 1979. Un crítico le hizo el acercamiento sobre la importancia de plasmar elementos de lo propio cultural, lo que vuelve una pieza cinemática distinguible frente a otra.
Desde entonces las piezas de Morales muestran siempre ese destello de lo cotidiano en los ademanes y circunstancias que se presentan en sus películas. El director, influenciado por los métodos Stanislavski, entiende que “la mejor técnica es la que no se nota, la mejor edición es la que no se nota, la sientes, pero no la notas, la mejor actuación es la que sientes, te llega, pero no la notas, la mecánica, la técnica, igualmente la mejor dirección es la que fluye pero que no se nota que esta dirigido”
A esto se le añade una compenetración entre los diferentes departamentos que cuenta una producción, de manera que todos trabajen al unísono.
“La intuición es el nivel de razonamiento menos contaminado por lo que te rodea, es el más puro, el más sereno” estableció Jacobo en referencia al acercamiento que se debe hacer al realizar cualquier proyecto, plantearse la intuición como una herramienta.
La clase dió espacio a que el estudiantado aclarara dudas tanto en lo técnico como creativo en el proceso de construir una historia, para ello se pudo aludir a varias de las obras cinematográficas de Jacobo que se proyectaron en el anfiteatro.
“La calidad y la autenticidad es lo que abre caminos para mi […] manténganse alertas ante la tentación de imitar los esquemas hollywoodenses, de situar la parte tecnológica a nivel de protagonista,[…] para mi la dimensión humana es fundamental en los trabajos que trato de realizar”, concluyó el cineasta.
Cuando se ha escrito tanto sobre la vida artística y personal de una persona que ha trascendido los tiempos en la historia cultural del país, los espacios de esta nota parecen muy cortos para recoger todo lo que Jacobo Morales ha cultivado en nuestra isla.
El lajeño ha viajado por las diferentes ramas de las artes, dejando un legado cultural y humanístico a todos los que hemos sido conmovidos por su trabajo. Desde muy joven, su padre lo expuso a la escena artística, y sin saber, lo incursionó al viaje de su vida que lo llevó a convertirse en una de las figuras más prominentes de Puerto Rico.
Comenzó a sus 14 años en la radio y el teatro, para ese entonces Jacobo nunca imaginó que su obra podría marcar a todo un pueblo. De la mano de su compañera de travesía, la encantadora Blanca Silvia Eró, han trabajado varios proyectos como el Nominado al Oscar, en la categoría de Mejor Película Extranjera, Lo que le pasó a Santiago (1989), la tan aclamada Linda Sara (1995), y su más reciente obra cinemática Angel del 2007.
El también poeta ha trabajado en más de 40 obras, en donde resaltan su primer trabajo como dramaturgo Muchas gracias por las flores (1973). Morales a trabajado con directores y actores dentro y fuera de la isla, como Woody Allen en Bananas de 1970, Barbra Streisand en Up the Sandbox (1972). Por su larga trayectoria que ha alcanzado grandes logros tanto para Morales, como para el país, en 2014 se le otorgó un Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Puerto Rico, Recinto Río Piedras.
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