
“Toda democracia inculta, es una casa de putas”: Arturo Pérez-Reverte
Por Joaquín Octavio
Reivindicando un estilo clásico en su atuendo, modales, guiños, pero sobre todo con sus palabras, el reconocido escritor, Arturo Pérez-Reverte, visitó el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico para conversar con su amiga la escritora Mayra Santos Febres, delante de una audiencia de lectores fieles.
“A Arturo lo conocí cuando estaba empezando a despuntar en mis gajes de escritora (…) Apareció en Puerto Rico cuando empezó a hacer la presentación de su ciclo de novelas acerca del Capitán Alatriste. Yo estaba escribiendo Sirena Selena, todavía no la había terminado, había ganado un premiecito en cuento. Me acuerdo esa noche, nos fuimos por todo el Viejo San Juan, terminamos en Aquí se puede con un montón de servilletas donde Arturo me explicaba la estructura interna de la narrativa. Fue ese día un gran mentor, y desde entonces un gran cómplice”, recordó Santos Febres.
Como colegas y compinches, así se trataron los escritores en una actividad que surgió a petición del autor de Las aventuras del Capitán Alatriste, la cual tituló “La literatura como aventura”. Las primera preguntas de Santos Febres giraron en torno a los inicios en la carrera del periodismo, oficio que ejerció por poco más de dos décadas. La escritora especulaba que algo influirían sus estudios en Ciencias Políticas. Sin embargo, el escritor aclaró que para cuando comenzó a estudiar, ya viajaba como periodista, y no pudo terminar la carrera por el ritmo del trabajo. Pensando en su breve tiempo en Ciencias Políticas, el escritor comentó: “Digamos que me abrieron puertas. Me dieron una formación básica para interpretar después la historia que después yo iba a vivir como reportero, entonces, menor de veintiún años”.
Pero su verdadera escuela lo fue la biblioteca de su hogar. Leer, leer mucho, insiste Pérez-Reverte en varias ocasiones, es la mejor formación. “Yo nací en una casa con biblioteca grande. Y leía mucho desde niño. Tuve una suerte… estaba todo allí. Además, tenía una abuela especializada en literatura moderna, y otra especializada en literatura clásica. Tenía las dos ramas. Así que un día decidí que yo quería vivir esos libros que había leído. Yo quería conocer mujeres interesantes y a tíos heroicos… vivir aventuras. Entonces, decidí que me iba a ir con una mochila a vivir esa vida. Yo no soy periodista por vocación, lo hice como recurso, como mecanismo para largarme. Me hacía posible viajar a países en guerra. Vivir aventuras y ese tipo de cosas”.
El llamado a la aventura
Las aventuras encaminaron a un lector soñador, lleno de apetito por la acción de las novelas clásicas, a la pérdida de la inocencia, al endurecimiento y a “tener muy mal concepto del ser humano”. Quizá uno de los puntos de mayor sinceramiento de Pérez-Reverte frente a la audiencia fue cuando evaluó el balance de su experiencia como periodista de guerra. La dividió en tres etapas. En la primera, la guerra le resultaba una experiencia atractiva, excitante y, aunque pareciera grotesco pensarla así, divertida. “Cuando eres joven eres cruel… es un espectáculo… la guerra, las chicas, los tiros, los compañeros, los viajes, las borracheras… era un mundo fascinante (…) Era un turista de la guerra.” En la segunda etapa, la de la madurez, el horror de la guerra dejó de ser espectáculo, y el sufrimiento ajeno comenzó a calar. “Empiezas a sentir palabras que antes desconocías: compasión, empatía, solidaridad, remordimiento”. En la tercera etapa, luego de haberse colmado de sufrimiento, ocurre el endurecimiento. Durante este tiempo, “Yo era un reportero profesional. Era mi trabajo. Lo hacía bien”, describe el escritor con desapego.
El peor mal de la Humanidad
Luego de vivir la devastación y cubrir el horror de conflictos armados en Chipre, Líbano, Eritrea, el Sáhara, las Malvinas, El Salvador, Nicaragua, Chad, Libia, Sudán, Mozambique, Angola, el Golfo Pérsico, Croacia, Bosnia y Eritre, el escritor abandona su carrera de corresponsal de guerra para convertirse en novelista y columnista. Sus textos suelen ser aventuras que sirven de lecciones. Sus héroes son en el fondo “buenas personas”, que dejan de creer en las instituciones y generan sus códigos personales para hacerle frente al mal. “Cuando yo era joven, pensaba que el peor mal de la humanidad era la maldad, lo peor. Los malos eran lo peor. Pero he visto muchos malos de verdad. He visto malos que primero mataban a los hijos delante de los padres, luego mataban a la mujer delante del marido, y luego mataban al marido. En ese orden, y refinamiento (…) He visto esas cosas y otras que no voy a contar ahora. Siempre pensé que el mal era lo peor, pero no. Con la edad, con los años, con las lecturas, con la reflexión, y con los remordimientos personales me he dado cuenta que lo peor es la estupidez (…) No hay malvados impunes sin estúpidos. Y cuando la estupidez se alía con el poder, ya es devastador (…) Todo viene de lo mismo. Si hubiese más lucidez, más sentido crítico, más cultura, los estúpidos no estarían donde están.”
La falsa democracia
Arturo Pérez-Reverte se enfrenta a diario a la ignorancia y la estupidez. Les hace frente en pequeños escritos que publica semanalmente, lo mismo en columnas de opinión de agudas críticas en las que transmite indignación que narrando algún gesto sutil que ha observado y que le brinda un instante de esperanza. Este autor oscila entre el optimismo y el pesimismo, y se mantienen escribiendo, criticando. Una de sus críticas más constantes es la pérdida de élites intelectuales, y culturales. “En el mundo actual, la educación se basa en machacar al brillante. Un niño que es brillante en el colegio, todo el sistema está hecho para aniquilarle. Está hecho para ponerlo al nivel del mediocre (…) No sé en Puerto Rico, en España eso es terrible”, expresó Pérez-Reverte.
De inmediato, Santos Febres vinculó este asunto con los proyectos de opresión política: “¿Acaso la instauración de lo mediocre no está conectado con la democracia?
“De nada vale la democracia, si el que vota es analfabeto. No funciona, porque su voto no vale. Hace falta un votante lúcido, un votante crítico, un votante con una capacidad analítica de la realidad lo bastante intensa para que su voto signifique algo. Y no sea lo que le dice el político de turno el spot de turno, su cuñado, su confesor, o su amante. Son falsas democracias porque toda democracia inculta no es una democracia, es una casa de putas. (El público aplaude y el tema queda pendiente para una discusión más extendida).
La actividad se llevó a cabo en el Teatro Universitario el miércoles 28 de noviembre de 2015. Contó con la presencia de la Decana de la Facultad de Humanidades la Dra. María de los Ángeles Castro, quien estuvo a cargo de dar la bienvenida a una audiencia de entusiastas de la obra del escritor natural de Murcia, España.
[huge_it_gallery id=»107″]Etiqueta:Arturo Pérez-Reverte, conversatorio, literatura, uprrp