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Teatro Rodante: La magia del trabajo en equipo tras bastidores

Por: Norihelys Ramos Rodríguez

Crónica de la puesta en escena de la obra Me saqué la Lotería en Culebra.

A las 5:30 de la madrugada, la guagua oficial del recinto riopedrense prendió su motor y el elenco de Me saqué la Lotería se despidió del alma máter para partir rumbo al puerto de Fajardo. Aunque algunos lucían un poco dormidos, el resto cargaba con las maletas emocionado, listo para disfrutar de un fin de semana de drama y actuación en Culebra.

El sueño desapareció de sus rostros durante el viaje mediante las conversaciones enérgicas que anticipaban un buen fin de semana de presentaciones en la isla municipio. El Teatro Rodante de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPR-RP), bajo la dirección de Dean Zayas, liberaría toda esa energía en las tablas.

A Culebra llegaron 11 estudiantes y cuatro profesores, cada uno con un rol asignado dentro del engranaje del equipo, siempre trabajando juntos. Cargar las maletas, el vestuario y la utilería era compromiso de todos, por ejemplo. A simple vista, se distinguía su sentido de pertenencia y entrega.

Entre todos resaltaba el asistente del director y regidor, Francisco Rivera Rodríguez, quien siempre estaba de “arriba para abajo”. Como la mano derecha del director, su responsabilidad y liderazgo eran esenciales, así como su asertividad y carácter. Según Francisco, tiene una posición que conlleva riesgo, ya que si ocurre un contratiempo, no se afecta él, sino el colectivo, la producción completa. Por eso dice: “Si soy responsable del fallo, soy responsable de dar una solución”.

Cuando una de las estudiantes que viajaba por su cuenta a la isla municipio no pudo llegar a tiempo para la primera función, el regidor no pensó dos veces en asignar a otra persona. “Mídete la ropa y apréndete el baile”, indicó a Neysha Mendoza Castro, quien estaba encargada de la publicidad y colaboraba con el maquillaje, peinado y vestuario.

Rápidamente sus compañeros le enseñaron el baile una y otra vez. Solo faltaban tres horas para la presentación en el carromato, el escenario ambulante del Teatro Rodante. La adrenalina se apoderó de todo el elenco. Mientras seguían bailando, otros se vestían y practicaban sus líneas en la habitación con siete literas, que en esos momentos fungía de camerino.

El reloj marcó las siete de la noche y se trasladaron al puerto, donde el Teatro Rodante subiría a escena por segundo año consecutivo. De inmediato se percataron de otro desafío. La iluminación, parte esencial del diseño escenográfico, no era suficiente para el ambiente al aire libre del puerto, aún cuando el profesor Nicolás Luzzi, diseñador de iluminación, había instalado durante la tarde un sistema de luces. Pero esto era solo otro reto que superarían juntos.

La puesta en escena de la obra costumbrista de Manuel Alonso Pizarro cautivó al público con los vocablos del jíbaro puertorriqueño, “dímelo compay, dímelo comay”, que están en desuso, y también con otros elementos como el vestuario, maquillaje, escenografía y utilería. De este modo, los culebrenses disfrutaron de la historia de amor e interés entre los jóvenes Chepa y Antonio.

“No solo son los actores, sino los que están en la parte de atrás que son parte de una producción, quienes contribuyen al producto final”, aseguró José Robledo González, encargado de documentar las producciones del Departamento de Drama de la UPR-RP.

De esta forma, entre risas y comentarios por el desenlace de la obra, las familias apreciaron el resultado del esfuerzo de estudiantes y profesores: la puesta en escena, momento cumbre de un proceso que inició hace dos meses con audiciones, selección del elenco, horas de ensayos, distribución de tareas y diseño de escenografía, vestuario e iluminación.

“Es un trabajo que usualmente no se conoce, no se da a conocer, y es muy importante que la gente sepa que eso existe”, señaló el profesor Israel Franco Müller, encargado del diseño escenográfico.

El desconocimiento sobre el proceso de dar vida a una pieza teatral puede llevar a una desvalorización de aspectos esenciales de las artes escénicas. Sin embargo, el equipo del Teatro Rodante mostró cómo corren los procesos antes, durante y después de una puesta en escena, obsequiando un discurso diferente; una mirada a lo complejo y sacrificado que es el teatro.

Terminada la jornada de trabajo de todo un fin de semana con sabor a vacaciones en Culebra, los estudiantes y profesores regresaron contentos y satisfechos al Primer Centro Docente del país, algunos en negación ante los exámenes finales que se avecinaban y otros con la ilusión de comenzar la próxima historia que se presentará en el carromato.

Fotos: Gustavo Ramos
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