Un acuerdo climático global atestado de contradicciones
Por Perla Del Mar Rodríguez Fernández
La pasada semana culminó la Conferencia Climática Internacional de París, mejor conocida como COP 21. La meta no era simple: las 195 naciones representadas debían establecer un acuerdo mundial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles previos a la industrialización.
Sin embargo, “más allá de los debates que se puedan estar dando allá arriba entre Obama y el otro fulano, lo importante es cómo esto nos va a afectar a diario, porque el cambio climático sí se va a dar”, sentenció la doctora Isabel Rivera Collazo, profesora de Arqueología Ambiental en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR-RP).
Lo peor de todo -según la profesora- es que se olvida que los conflictos en Siria, el Estado Islámico (ISIS) y el Líbano están amarrados a problemas y cambios climáticos.
Las personas salen desplazadas de Siria por sequías que llevan más de una década y por invasiones extranjeras amarradas al interés petrolero. Esto termina resultando en que la base inicial de esas guerras es el cambio climático.
“Es un cuento que está todo amarrado y entrelazado, y es bien complicado. Asusta. Por eso es que yo siento que el COP 21 es un buen comienzo, pero necesitamos ser mucho más agresivos para que sea un comienzo realista”, añadió la también directora del Laboratorio de Arqueología Ambiental.
La propuesta carece de las “garras para afrontar la situación a la que nos enfrentamos”, explicó la antropóloga. Se supone que se alcance un nivel de 1.5 grados celsius en el 2100, pero para que eso ocurra, se tendrían que tomar medidas fuertes en contra de los productores de gases de invernadero.
El argumento de la profesora es que los compromisos no son precisos. Se establece una meta, un eventual monitoreo de las Naciones Unidas, pero no un modelo concreto. De hecho, el acuerdo permite la decisión individual de cómo se van a tomar las medidas.
La profesora problematizó que el COP 21 se interese tanto por asuntos como el fenómeno El Niño, mientras que prestan menos atención a países como Indonesia, donde se deforesta para construir plantaciones de aceite de palma.
“¿Por qué? Porque a todo el mundo le gusta comer Nutella. Y si a todo el mundo le gusta comer Nutella, aunque el COP 21 diga que no van a deforestar, en Indonesia van a estar deforestando porque en Estados Unidos quieren comer Nutella”, puntualizó.
A fin de cuentas, la profesora explicó que antes de mirar el acuerdo, hay que entender cuáles fueron las naciones que redactaron el documento. No obstante, insistió en que para ser un acuerdo global, es “bastante bueno”.
Los países evaluarán la posibilidad de firmarlo durante los próximos meses.