Honor al niño que creció por las artes y la cultura de su país
Por: Paloma M. González Sánchez
Lo veo llegar tan simple y sonriente, e inmediatamente se me olvida que entrevistaré al artista que ha llenado de emociones y anhelos a un pueblo entero en sus 65 años de trayectoria. Su esencia, que de por sí es gratificante, se vuelve más luminosa cuando a su lado se encuentra su cónyuge, amiga y compañera de trabajo, Blanca Silvia Eró.
El tiempo ha pasado, y aquel niño lajeño que soñaba con trabajar en circos y ser pelotero, se transformó en un hombre cuya trayectoria artística enriquecería la historia de Puerto Rico. Se trata de Jacobo Morales, el actor, poeta, dramaturgo, cineasta, padre, abuelo y mentor, que este año celebra sus 80. El Doctorado Honoris Causa que le otorgará la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, el próximo 11 de diciembre de 2014, forma parte de la larga lista de homenajes que recibe por su extensa aportación a las artes.
Morales, quien ha protagonizado más de 40 obras teatrales, se siente feliz de regresar a las tablas del teatro de su Alma Máter y ejecutar la que fue su primera obra escrita titulada ‘Muchas gracias por las flores’. A su vez, recuerda con mucha satisfacción cómo eran los espacios del Recinto de Río Piedras mientras estudiaba, donde podía ver pasar a poetas como Juan Ramón Jiménez y al laureado actor, Juano Hernández, de quien asegura aprendió grandes cosas. A pesar de que el espacio universitario ha cambiado físicamente, Morales ha notado en el entorno aires auténticos que aún prevalecen.
El cineasta, que con su filme “Lo que le pasó a Santiago” fue nominado a un Oscar, comenzó en la radio a sus catorce años, por lo que no se recuerda lejos de las distintas ramas artísticas en las que ha trabajado. Su padre, también escritor, despertó su amor por las artes. A pesar de esto, la figura paterna nunca dejó de expresarle la importancia que tenía el ámbito académico, a lo que el adolescente siempre respondía con un “Mmm, primero esto”.
Si el dramaturgo tuviera la oportunidad de regresar al pasado y dedicarle unas palabras a su YO niño, le diría: “Tú Jacobito, siempre en armonía con tu conciencia, has lo que tú sinceramente deseas realizar por encima de lo que “entre comillas” te conviene”. Responde sin titubeos el hombre a quien el tiempo no engaña, pues a pesar de que no cree que exista tal concepto, tiene claro que hay cosas que han cambiado.
Quien ha tenido la dicha de hablar con esta pareja de artistas sabe que no es difícil ver a través de sus ojos los inicios de la cultura puertorriqueña. Ese amor y compromiso social comenzó en la Escuela Superior Central en Santurce, cuando una mañana entra al salón de clases de español un nuevo alumno al que Blanca Silvia Eró le había puesto la mirada inmediatamente. “Era una clase que me encantaba” dice Eró con una sonrisa de niña. Morales responde: “…Entonces luego una noche en el baile de ‘Senior Prom’, ahí fue donde Blanca se me declaró…”, ambos ríen.
La pareja, que frecuentaba sentarse en una de las alas del pasillo principal de la Torre de la Universidad, específicamente en el segundo arco de derecha a izquierda, con tan solo diecinueve años de edad tomaron la decisión de unirse en matrimonio. Luego de que el cineasta saliera de una jornada de trabajo en el programa de televisión “El concierto Wurlitzer”, fue directamente a su ceremonia de bodas; “…Salgo yo con mi etiquetita del programa a eso de las seis y media, siete de la noche, directamente a casarme con Blanca”. Acto seguido expresó “… todo proyecto pues es con Blanca, no lo concibo si no es con Blanca. Y eso ha sido así desde el principio. Está en la totalidad de mi ser…”.
Este poeta que inicialmente escribía cuentos policiacos, es un gran amante de los boleros, las danzas y los vals. También es un hombre sin absolutos a quien le encantaba el actor estadounidense Marlon Brando y el bailarín Mikhail Baryshnikov. Apasionado confeso de la voz de Luciano Pavarotti y fanático de la poesía de Julia de Burgos, aunque recuerda perfectamente que el primer poema que aprendió fue ‘Valle de Collores’ de Luis Lloréns Torres.
Sin importar la cantidad de situaciones a las que se ha enfrentado, este puertorriqueño se siente vulnerable cada vez que un familiar se enferma. Le dan nervios las incertidumbres, como por ejemplo, la demora de algún ser querido con el que acordó verse, o la amenazante idea de olvidar las líneas antes de comenzar a actuar. Aun así, si este militante de la cultura y las artes tuviese la oportunidad de hablar con el personaje del Quijote le diría: “ …La felicidad es la capacidad de vivir con alegría, aunque esa alegría pueda confundirse a veces con la locura, eso es de ‘Lo que le pasó a Santiago’ ”.
En fin, este creador de tantos proyectos a quien la musa lo acompaña en su día a día, sobre todo en las horas del café junto a su esposa, está consciente de que aún en Puerto Rico no existe una cinematografía verdaderamente sólida, aunque sí la voluntad de crear. Entiende que no existen las facilidades para que los futuros cineastas respondan a la realidad cultural en la que viven, ni leyes que protejan a la industria. Sin embargo, para él la Isla en que nació es: Amor, Obligación y Orgullo.
Más allá de lo terrenal y los vínculos con su patria, Morales cree que no existe el fin de la vida. “Yo creo que la muerte no existe, yo creo que nada se destruye, yo creo que todo es una transición y todo se divide en transiciones”. Y así ve su porvenir, como un camino continuo donde siempre será verbo e invención.
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